Capítulo 83.

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Por segunda vez

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Por segunda vez.

"Todos nuestros enemigos son mortales."~ Paul Valéry

A veces suponemos que en nuestra vida puede ir con un mejor camino sin ser alterado en todo el transcurso de esta, creemos que por simple bondad del universo tendremos la vida que siempre hemos soñado, que podemos tener todo aquello que hemos deseado durante nuestra vida por el simple hecho de que el cielo nos quiere recompensar por haber sido tan malditamente hijo de puta. Sin embargo muchas veces nos toca extrañar aquello que tuvimos en nuestras manos pero qué perdimos por una u otra razón.

Los seres humanos estamos acostumbrados a perder lo que más amamos, de cierta manera estamos preparados para ello desde que nacemos y por primera vez perdemos a nuestra madre cuando deja de darnos pecho, quizás sigue a nuestro lado pero no seguimos teniendo esa conexión tan profunda que tiene una madre con un pequeño bebé de menos de dos meses.

A veces necesitamos tomar las riendas de nuestra vida y darnos cuenta de que en realidad estamos completamente solos en el mundo, que la única persona en la que podemos confiar es en nosotros mismos y en nadie más; que la única persona a la que podemos amar, esa la persona que se entregó completamente a nosotros sin siquiera tartamudear un poco cuando estábamos en peligro, pero que incluso esta puede encontrar algo que le haga traicionarnos por completo.

Realmente estaba acostumbrado al abandono, sonaba repetitivo e idiota seguir creyendo que mis padres me habían abandonado cuando mi verdadero padre había estado a mi lado todo el tiempo, pero era imposible borrar el maldito trauma de que había crecido sin un padre y una madre. Sí, Kennett había estado para mí en todo momento, había sido un verdadero padre para mí desde toda mi niñez, sin embargo yo seguía sintiendo esa ira y coraje contra mis supuestos padres y esa mierda había causado una gran inseguridad en mí, me era imposible creer en cualquier persona y entregar mi corazón cuando realmente no tenía certeza de que lo cuidarían.

Todos mis planes siempre se veían opacados por la maldad o la envidia de alguien, incluso la boda qué tanto anhelaba realizar con mi muñequita. Sabía que todos esos ataques iban destinados para dañarla a ella y realmente eso encendía dentro de mí una maldita sensación de asesinato, quería matarlos con mis propias manos para que sintieran el maldito dolor que yo sentía al no poder darle lo que más deseaba a mi muñequita.

¡Joder!

Había jurado protegerla, había jurado congelar el maldito infierno y quemar el cielo si eso la mantenía a salvo y feliz, pero ni siquiera era capaz de cuidarme a mí mismo, había fallado de la forma más catastrófica que existía en la Tierra. Le había fallado a ella y eso era una jodida mierda.

Me sentí como una maldita escoria, totalmente estúpido por no poder proteger a la mujer que más amaba en la Tierra, era tan jodidamente ridículo realmente no poder hacer nada para protegerla, más considerando que el primer ataque o más bien el ataque más directo había sido contra mí, sabían que si me debilitaban a mí y la debilitaban a ella conmigo era una forma de ganar completamente su sumisión. Mi muñequita estaba dispuesta a entregar todo por mí como yo lo estaba dispuesto a entregar todo por ella.

Sólo tú. Mi dulce tormento.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora