Capítulo 40.

190 17 17
                                    

A la luz

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A la luz.

"Mi mejor venganza siempre ha sido sonreír como si nunca me hubieran lastimado". ~Carolina Herrera

Maratón 3/3


Cuando menos lo pensamos la vida nos pone pequeños retos que somos capaces de superar con poco, pequeños retos que nos recuerdan que la vida suele ser un altibajo de emociones o como muchos dicen, una ruleta rusa en la que no sabes si la felicidad va a durar para siempre o de repente la bala va a impactar, romper el cristal y convertir todo en una mierda. Pero al parecer eso es lo que hace interesante la vida y al amor.

Nos damos cuenta de que los pequeños momentos de felicidad en realidad son grandes, porque de repente encontramos más de lo que teníamos antes, y en cada momento de felicidad nos damos cuenta de que tenemos más que la vez pasada y que esos momentos son más hermosos con las personas que amamos, que no importa lo que ocurra siempre y cuando tengamos a alguien que sostenga nuestra mano con fuerza y nos ayude cada uno de los retos que la vida se atreve a ponernos.

Toda mi vida me había imaginado qué alguien llegase amarme tanto como mi padre mi madre era algo imposible, siempre me habían considerado la modelito o la que solo quieren para desechable, me habían juzgado siempre con esa mentalidad, yo reconocía que era hermosa y eso no me molestaba, pero era nefasto sentir que para todo el mundo yo solo era un trozo de carne que no debía merecer amor, que simplemente servía para un rato y después podía ser desechado. John me había hecho sentir así durante toda nuestra supuesta relación al no haber querido ponerle título a lo nuestro.

Sin embargo cuando ellos habían llegado me había dado cuenta de que yo no era la del problema, yo era una mujer valiente que había luchado contra corriente y había logrado cientos de cosas por sí misma, que no había buscado la aprobación de nadie para poder triunfar y eso era lo que le había molestado a mi supuesta pareja, que yo avanzara sin pisotear a nadie y que fuera tan valiente para levantar la mirada incluso cuando a mí me habían pisoteado.

Mi madre siempre me había dicho que la persona que iba a amar el resto de mi vida iba a llegar en el momento que yo dejara de buscarla, y realmente había sido así, el motivo por el que me había entregado a ellos esa noche, había sido porque mi corazón sintió que era el lugar correcto, quizás para algunos incluso eso podría sonar enfermo pues ¿Quién se acostaba 2 personas que acababa de conocer? y más aún ¿Quién les entregaba lo más valioso para una mujer joven?

Pero con ellos no había sentido el menor miedo entregarme totalmente, no me había importado qué apenas los conociera o qué ni siquiera les había visto el rostro, me sentí confiada porque quizás jamás volvería a ver, pero de alguna forma mi corazón se había enlazado a ellos. Los busqué durante meses, pero dejé de hacerlo en el momento que supuestamente comencé a sentir amor por John.

Sólo tú. Mi dulce tormento.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora