Capítulo 61.

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Lobo y Gatita

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Lobo y Gatita.

"El verdadero amor es como los espíritus: todos hablan de ellos, pero pocos los han visto."~ François de La Rochefoucauld.


A la vida muchas veces le encanta ponernos entre la espada y la pared, le encanta hacernos sentir como si no pudiésemos tener elección en nuestra vida y destruye todo lo que construimos a lo largo de nuestra existencia, aunque también, hay otros momentos donde sentimos que todo está a nuestro favor, momentos en donde todo pinta bien y sabemos que tendremos paz por fin, que podremos respirar tranquilos por algunos momentos.

En mi vida, siempre me habia dado cuenta de que siempre podía haber algo que jodiera la felicidad, por eso, me habia propuesto a mí misma a disfrutar de absolutamente todo lo que ocurriera en mi vida, los pequeños momentos en donde despertaba entre los brazos de Conall, los besitos de Niall, los abrazos de mis padres o los almuerzos con todos mis amigos, donde nos olvidábamos de títulos y solo compartíamos una sola mesa.

No sabía el momento en el que eso podía terminar y por eso, realmente queria disfrutar de ello, sabiendo que en cualquier momento, la vida podía joderme y hacerme caer de mil formas posibles, asi que podía sentirme afortunada de los pequeños momentos de alegría, por más chiquitos que fueran.

Habia atravesado demasiadas cosas que me habían hecho llegar a esa conclusión, en la que realmente debía disfrutar todo por más pequeño que fuera, porque de una u otra momento, cada momento es único e irrepetible, por más que creamos que algo puede volver a vivir, no estamos en una monotonía en la que se repite una y otra vez un mismo ciclo, estamos en un mundo donde cada día ocurren cosas diferentes y eso realmente es bueno.

Mi madre en una de sus tantas enseñanzas, siempre me habia dicho que debía competir contra mi misma y no contra otros, en el sentido de que no necesitaba hacer lo que todo mundo estaba acostumbrado, como pisotear a las demás personas para alcanzar el éxito o tratar de opacarlos para sobresalir, ella me habia dicho que lo mejor que podía hacer era competir contra mi misma y superar a la versión anterior de mí. Yo siempre crecí con ese pensamiento y me di cuenta de que ella tenía razón, no competía con nadie, sólo conmigo y eso era un motivante real.

La vida me habia mostrado que no podía simplemente competir con otras personas o rendirme a la primera, siempre debía enfocarme en lo que quería lograr, superarme a mí misma y por más baches que se presentarán en mi camino, no debía rendirme o bajar la cara. Debía plantarles frente a todos los problemas que pudiesen presentarse en el camino a mi victoria, competir contra mí misma y superarme. Eso siempre me había funcionado y le agradecía a mi madre que me hubiese enseñado tantas buenas cosas.

Desde muy pequeña mi madre me había dicho que realmente la única persona a la que debía superar era la antigua versión de mí misma, pues competir contra alguien más o contra varias personas no me serviría de nada, no me llenaría completamente y terminaría por rendirme al ver que no podía superar a los demás a la primera vez, por eso era mejor competir contra mí misma y saber que cada vez me superaba, así no sólo competía sino que veía el progreso que yo había logrado por mis propios medios.

Sólo tú. Mi dulce tormento.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora