Capítulo 68.

172 17 49
                                    

El peso de la mentira

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

El peso de la mentira.

"No basta decir solamente la verdad, más conviene mostrar la causa de la falsedad." ~ Aristóteles


La vida muchas veces nos muestra la verdad de las cosas, una verdad a la que quizás nosotros nos empeñamos en negar, una verdad que está fuera de nuestros alcances pero que sigue afectándonos de una u otra forma, algo que es realmente complejo es darnos cuenta de la gravedad de las cosas que nos afectan.

La vida muchas veces nos pone enfrente cosas que nos somos capaces de deducir si se trata de algo real o una simple fantasía, a veces vivimos una vida cargada de mentiras, en donde algo es el núcleo de todo, una situación cambia el rumbo de todo y por ese motivo todo se ve afectado con ello. Puede ser una decisión que se tomó en el pasado o quizás una verdad que se ocultó por un bien común, pero como quiera que sea, una mentira que sale a la luz o una verdad que es descubierta, siempre fragmenta la confianza de los involucrados en ella.

El recuerdo de mi infancia me hacía sentir totalmente ensordecido, era incapaz de procesar todo lo que había escuchado y lo único que me mantenía atado a la realidad era mi hermosa muñequita que se aferraba a mi torso, como si tuviese un miedo indescriptible a perderme, pero era casi imposible mantener mi mente en la tierra.

Toda mi vida crecí con la idea de que mis padres me habían abandonado, les había guardado tanto rencor que realmente los odiaba con mi vida, no quería saber nada de ellos y estaba dispuesto a no relacionarme en lo más mínimo, sin embargo, siempre habían logrado manipularme para hacer conmigo lo que les diese la gana. Siempre creí que ellos me habían abandonado porque de una u otra manera mi nacimiento les había arrebatado la libertad y aunque no sabía el trasfondo completo de la historia, estaba seguro de que incluso con la verdad al descubierto, ellos seguían siendo los malditos villanos.

No podría olvidar jamás el daño que me habia hecho Liliana, mi supuesta madre, era imposible que pudiera pensar en algo más que no fuese en lo que esa mujer me habia hecho cuando era apenas un niño. Tenía marcas en mi piel, marcas que habían traspasado el tiempo para ser un maldito recordatorio de que mi madre me odiaba. También tenía una marca en la espalda que yo mismo habia tapado con una especie de látigo, pues recordaba perfectamente la única vez que le habia permitido un golpe a Walter, me había golpeado con un maldito cable de electricidad, marcando mi piel de manera permanente.

Pero las marcas que me dolían más eran aquellas que no podía percibir en mi vista humana, eran aquellas que ardían y dolían como un demonio pero que seguía sin poder ser capaz de curar por más daño que me causaran. Quizás mis vacíos, habían sido detonados por Eve, pero estaba seguro de que mis supuestos "padres" tenían que ver, pues algo que no soportaba que hicieran cuando estaba en esos episodios, era que alguien tocara mi piel, nadie a excepción de mi muñequita.

Sólo tú. Mi dulce tormento.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora