Capítulo 58.

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El hombre que amo

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El hombre que amo.

"Las verdaderas historias de amor nunca tienen un final". ~Richard Bach.


Bien dicen que la vida es una ruleta rusa, no sabes en qué momento la pistola va a disparar y te tocará el tiro de gracia, aunque a decir verdad, muchas veces esa ruleta rusa no es para algo malo, sino más bien es para demostrarnos que realmente sigue existiendo el amor en el mundo, esa bala no es algo que te perfora y te mata, es algo más bien que te cura y sana las heridas que tienes en tu corazón. Sí, podía escucharse incluso un poco tonto, pero la vida es así de indescriptible, lo que siempre puedes creer malo es en realidad lo bueno y por lo contrario, lo que parece bueno puede ser malo.

Mi madre siempre me había dicho que las personas que aman jamás hieren, y que si lo hacen es porque tienen algo más fuerte en su corazón, ira o venganza, es de humanos equivocarse no todos somos perfectos y por más que creamos que la persona que amamos lo es, también comete errores, como mi madre siempre me lo había dicho es de sabios equivocarse, pero una cosa es el equivocarse, y otra muy diferente pisotear el corazón de una persona para alzar tu orgullo.

Mi madre me había contado también que mi padre en un momento se había equivocado cuando eran jóvenes, había creído que la protegía alejándose de ella pero realmente sólo la había herido, pero había regresado a su lado cuando se había dado cuenta del error, ambos habían prometido jamás volverse a alejar del otro, ambos habían aprendido de ese error en el que realmente ambos se habían lastimado, pero también aprendieron a confiar más en ellos, porque ambos entendieron la frase es de sabios equivocarse y no repetirlo. Ellos se habían dado cuenta que a pesar de las heridas que se habían provocado, eran los únicos capaces de sanar al otro y era realmente hermoso ver cómo ellos se amaban, no tenían la relación perfecta pero era lo más cercano a ello.

Realmente había tratado de entender a ese hombre, los motivos por los que nos había dejado o por qué había incluso anulado el matrimonio y se había casado con otra mujer.

Nada tenía sentido, sin embargo habíamos decidido dejarlo por La Paz.

Toda mi vida había creído que no merecía amor, y en ese momento, en ese punto de mi existencia podía decir, que habían pisoteado mi corazón de la peor manera posible, lo habían hecho trizas y habían escupido incluso sobre él, como si no valiese absolutamente nada y aunque al principio creí que Conall también se alejaría, no lo había hecho pese a que mis inseguridades habían crecido y aunque nunca había sido una mujer celosa o insegura con mis relaciones, realmente en ese momento necesitaba sanar para dejar de sentir eso.

Incluso se lo había comentado a mi psicóloga, la mujer con la que había mantenido contacto en Suecia, su consejo era dejar que él me sanara y que si mi corazón lo dictaba, continuará a su lado aunque la relación que antes teníamos con alguien más hubiese terminado. Ella me había dicho que en mis terapias, a quien más mencionaba era el hombre que estaba a mi lado, me decía que quizás mi subconsciente sabía que realmente solo estábamos experimentando una relación poliamorosa porque nos habíamos dado cuenta de que funcionábamos bien juntos.

Sólo tú. Mi dulce tormento.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora