Capítulo 57.

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Para mí, eres sólo tú

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Para mí, eres sólo tú.

"Amar no es nada, ser amado es algo. Amar y ser amado lo es todo". ~ Bill Russell


A veces la vida nos muestra que realmente no conocemos a las personas como nosotros creíamos hacerlo, que tienen mentiras que nos han ocultado durante toda la vida y que no han dicho toda la verdad sobre sus vidas, está bien ocultar cosas pero siempre y cuando esas cosas no dañen a las demás personas, no puedes ir por la vida pisoteando los corazones de los demás y aunque siempre me había comportado como un maldito bastardo, no hacía daño las personas que amaba o trataba de no hacerlo.

Cuando amas a una persona la cuidas. No la lastimas de las peores formas posibles, cuidas su corazón porque sabes que es como tener una reliquia demasiado delicada entre tus manos, el corazón humano es así, puede romperse con el mínimo apretón y es horrible que lo haga una persona que amas, pero bien dicen que la única persona capaz de romper tu corazón es aquella a la que se lo hace entregado.

Quizás por ese motivo yo siempre me había negado al amor, porque sabía que si entregaba mi corazón a alguien equivocado lo rompería en mil pedazos y me sería imposible para mí volverlo a reconstruir y más aún si llegaba a amar a otra persona, porque rompería mi corazón nuevamente y yo estaría predispuesto a eso, no lograría entregarme como realmente quería.

Por eso aunque me comportaba como un verdadero bastardo la mayor parte del tiempo, sabía que debía cuidar en el corazón de la persona que me lo había entregado, que había desnudado su alma frente a mí y que no le había importado mostrarse vulnerable, sabía que eso era un gran esfuerzo porque yo mismo no podía hacerlo, no podía desnudar mi alma frente a alguien en quien no tuviera confianza, pero con ella lo tenía, por eso no me importaba mostrarme vulnerable o que ella me viera llorar a veces, no me importaba decirle lo que sentía porque sabía que ella no me juzgaría y que al contrario de cualquier otra persona, aceptaba mi corazón y lo cuidaría tanto como yo cuidaba de ella.

Mi tío siempre me había dicho algo, no podía dañar a las personas por un simple capricho y quizás debía ocultar mis sentimientos la mayor parte del tiempo, pero no estaba mal decir lo que sentía, estaba bien sentirse mal de vez en cuando y entendía perfectamente que a veces el duelo es realmente fuerte como para hacer que te alejes de todas las personas, yo había hecho eso con la muerte de mi abuelo en donde ni siquiera permitía que mi tío estuviera cerca de mí porque realmente me recordaba a él viejillo que siempre estaba a mi lado, pero también era consciente de que si seguía alejando a las personas me quedaría completamente solo y yo no quería eso.

Pero lo que había hecho quien suponía era mi mejor amigo, no tenía perdón, no le había importado pisotear los sentimientos de una mujer que se había entregado completamente a nosotros, que había desnudado su alma frente a nuestra vista y que no le había importado mostrarse vulnerable. La había lastimado, había pisoteado su corazón cuando ella se lo había entregado en charola de plata, a ambos nos lo habían entregado.

Sólo tú. Mi dulce tormento.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora