Capítulo 65.

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A la boca del lobo

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A la boca del lobo.

"Ella recordó quien era y el juego cambió. "Lalah Delia


A veces como humanos nos gusta tener experiencias que nos llenen de adrenalina, nos gusta meternos en el ojo del huracán para sentir la brisa que golpea contra nuestro rostro y que de cierta manera hiere nuestra piel, eso debía ser considerado masoquismo, pues a ninguna persona le podría agradar sentir tanta adrenalina con un único fin de sentir placer. Pero hay veces en la vida en las que nosotros no deseamos entrar a un mundo lleno de adrenalina, sino que nos vemos catapultados por situaciones que quedan fuera de nuestras manos.

Mi madre siempre me había dicho que ella y yo éramos un imán de problemas, claro que lo decía en el mejor sentido si es que existe un buen sentido para decir eso. Ella se refería a que siempre existía algo que no nos iba a dejar estar tranquilas y que siempre atormentarían nuestra vida, pero que también éramos tan fuertes como para lograr superar cualquier reto que nos pusiese la vida frente a nuestras narices.

Toda mi vida me había considerado a mí misma afortunada por poder tener a la familia que tenía, recordaba mucho una canción que mi madre había escuchado varias veces cuando yo era pequeña, en la canción decía que si alguien hacía daño a otra persona no sólo le hacía daño a él sino a toda su familia y por lo tanto toda la familia respondería. Siempre había tomado esa canción como la canción propia de nuestra gran y numerosa familia, y en ese momento lograba saber que no me equivocaba al decir que toda mi familia respondería si alguien se atrevía a tocarme un solo cabello.

A mi familia siempre le había gustado arreglar las cosas de una manera pacífica pero si las cosas se salían de control ellas no dudarían en responder de la misma forma que habían atacado, no era sólo porque todos o la mayoría estaban inmersos en el mundo militar, sino porque realmente tenían un mantra que era lo que le haces a mi familia me lo haces a mí, lo que me haces a mí lo haces a mi familia, quizás por ese motivo todos teníamos tan arraigado el significado de tener una familia, no eran sólo las reuniones que hacíamos de vez en cuando o las que se habían convertido en recurrentes cada mes, era estar ahí cuando alguien más lo necesitara y estar listos para atacar y matar al que se quisiese pasar de listo con uno de los miembros de nuestra gran familia.

No sólo me sentía respaldada por mi ejército, sino también por toda mi familia, porque incluso mis tíos al enterarse que estábamos en una misión importante, que era lo único que habíamos permitido que la prensa dijese, habían acudido inmediatamente a la base Alpha, para ofrecer su ayuda y ver en qué podían ayudar. Habían llegado en el momento justo en el que preparábamos los equipos que saldrían en caso de ser necesario.

Yo no tenía la menor idea de cuál era la estrategia para vigilancia o para espionaje yo misma lo había determinado así, porque sabía que si yo conocía la estrategia en la que me protegerían, quizás mi nerviosismo me ganaría y no lograría concentrarme en la misión, no era que me desconcentrara o mi nivel hubiese bajado, pero saber que tenía a toda mi familia y amigos tan cerca, sabía que se encontrarían vulnerables. Pero por más que había tratado de convencerlos de que no era necesario eso, parecía que todos se habían unido en un complot para convencerme de que era necesario que varias personas estuviesen a mi lado para cuidarme.

Sólo tú. Mi dulce tormento.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora