Capítulo 09.

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"Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando

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"Cuando mi voz calle con la muerte, mi corazón te seguirá hablando." ~ Rabindranath Tagore


Fuego.

Bien dicen que cuando tienen las cosas los aproveches, pues que cuando las pierdes sientes que tu mundo se ha acabado, por eso debes amar a una persona, a una cosa o algo que te haga sentir completo, pues no sabes cuándo la vida se encargará de quitártela y de dejarte completamente solo, sin nada.

La vida también a veces le encanta jugar a los juegos de azar, le encanta tirar los dados y perder o más bien hacer perder al ser humano, me encanta ponerlos a prueba para que vean de que eran capaces o para que aprendan a valorar aquello que tenían pero perdieron, así es la vida y a ella le encanta hacerse la héroe, así que siempre debemos tener en claro que las cosas pueden cambiar de un momento a otro, nada lo tenemos asegurado sólo la muerte.

Cuando era pequeño, jamás creí poder llegar a amar tanto a alguien hasta el grado de verlo en personas desconocidas, jamás pensé volverme tan loco por alguien que el simple hecho de recordarla me obligará a verla en toda los rostros a mi alrededor, seguramente me estaba convirtiendo en un completo psicópata que merecía estar internado en un centro psiquiátrico, pero lo que mi corazón estaba sintiendo era incluso más fuerte que antes.

Durante toda mi infancia creí que el amor era una basura, incluso en mi adolescencia a las únicas personas que le tenía confianza era mi tío, a mi abuela y a Arniel, todos los demás para mí eran simples extras en mi película, para mí no tenían la mínima relevancia. No confiaba en nadie pues las personas en que se suponía debía confiar o que debían protegerme, me habían abandonado como a una simple rata, odiaba con todo mi ser a mi padre y aún más a mi madre, ¿Qué tipo de mujer deja a su hijo?, claro que ella tuvo la oportunidad de abortarme.

Pero mi madre se había aferrado a que quería que yo naciera de esa manera el mayor bastardo de todos tendría un heredero cosa que lo posicionaría en el primer lugar en la línea de sucesión como varón, sólo a ellos podía emocionarles tener un maldito título en la realeza inglesa, considerando que era una de las coronas más sangrientas que existía.

Pero a decir verdad nunca necesité el amor de mis padres, me conformaba con tener a mi tío que siempre me consentía con cualquier cosa, siempre procuraba mi bienestar e incluso me llevaba a los parques para que pudiera vivir la experiencia de un niño normal, él me había tratado como su hijo durante toda mi vida y yo incluso lo había pensado llamar papá.

No se lo había dicho a nadie pero incluso había comenzado con los trámites para borrar a Walter Harrison de mi acta de nacimiento y darle la paternidad a Kennett Harrison, después de todo él era mi padre aunque no me hubiese engendrado.

Para mí el máximo amor que había recibido era el que ellos me daban, mi tío y mi abuela siempre se esforzaron por ser como unos padres para mí, por guiarme por el buen camino y por tomar mi mano cada que lo necesitaba.

Sólo tú. Mi dulce tormento.©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora