EL ARTE DE LAS MUSAS

CANTO XXVII| DÍA DEL LIBRO.

Compositor: Anghell Gravecraft.
Advertencia: la canción a continuación aquí escrita es totalmente de mi autoría; sólo es para leerla, queda estrictamente prohibido plagiarla para cantarla y grabarla. Gracias.

23 de Abril día mundial de la literatura, día de los libros de pasta dura, día de los libros de temática romántica y oscura, día de los libros de pasta blanda, hay libros veraniegos y libros invernales con gorros y bufanda, libros de bolsillo que quitan el insomnio, los lectores proponen matrimonio en una librería y obsequian un libro en lugar de un anillo.

Los libros son eternos, hay libros antiguos y modernos, los escritores llenan borradores, son creadores, crean libros románticos o aterradores, sin llegar al denigro un libro para alguien que no lee puede ser un peligro, pero para un lector la lectura es cultura, en abril del conocimiento es la apertura, pues el 23 de abril es el intelectual día mundial de la literatura.

El día mundial de los libros debería celebrarse con una fiesta literaria en una librería, llena de lectores y escritores, o en una acción de caridad y caminar por la ciudad regalándole libros a las personas para estimular sus neuronas.

Cada lector lo celebra a su manera, aunque yo me inclino por la primera, de reunirse en una librería y contar cuentos en medio de una estantería, rodeado de la mejor palabrería. Y si la literatura fuese un océano sin pensarlo en ella me sumergiría, me ahogaría.

Camino hacia la librería, ingreso al paraíso desde que piso el piso, camino hacia una estantería y comienzo a ver los libros que se ajusten a mi categoría, cojo uno y leo la sinopsis, mientras mis neuronas hacen sinapsis, lo devuelvo y tomo otro título, leo la introducción antes del primer capítulo y siento emoción, lo llevaré conmigo, lo pongo bajo mi brazo y repito el proceso, pues soy cliente y al conocimiento tengo acceso.

Después de mi cuarto libro la librera me ve irritada, desconcertada, abrumada, quizás con temor de que no compre nada, quizás es nueva y no sabe que soy un cliente frecuente, pero antes de escoger un libro primero su portada veo y su sinopsis leo, paso las páginas con las manos mientras los olfateo.

Mientras por las estanterías me paseo como si estuviese en el coliseo me encuentro con un caballero anciano que me hace un gesto con la mano y percatándose de Shakespeare y Melville me dice: «Solo clásicos», sonriendo le respondo con un «Sí», y él continúa diciendo: «Yo los leí cuando cursaba los estudios básicos».

Asiento mientras me limito a decirle que los libros de los que me apropio los leo por gusto propio y no por cuestiones de estudio, pero no hace falta hacer con mi voz un interludio. Aún así me alegra saber que en algo coincidimos, luego de cruzar unas cuantas palabras más amablemente nos despedimos.

A las tres horas siguientes escojo mi séptimo y último libro y camino hacia la caja finalmente, espero que por mis buenos gustos literarios el cajero-librero me felicite diplomáticamente, Moby Dick, Fahrenheit, El terror en la literatura, Macbeth, Hamlet, Romeo y Julieta, Otelo, pero en lugar de felicitarme se limita a pasarse las manos por el pelo, con recelo el pseudobibliotecario me dice el precio de mis tesoros y para mi sorpresa gasté más del presupuesto necesario.

Pero a pesar de gastar todo mi salario lo pago gustosamente mientras siento un sentimiento extraordinario, fue mi mejor regalo de cumpleaños, llegué a casa con mis siete libros y después de lo ocurrido quise escribir un poemario, más lo hice hasta hoy, que es el día mundial literario. Los libros son algo intelectual y estrafalario, es mejor vivir entre libros, es mejor el mundo imaginario.

Si pudiera viviría todos los días en una librería, de las palabras me alimentaría y nunca me llenaría, sería mi comida favorita y nunca me aburriría, leer sería mi mejor empleo y nunca me cansaría. Sería el mejor librero y con una sonrisa literaria atendería a las lectoras irresistibles mientras en mi cabeza miles de historias posibles imaginaria.

Más a la que comprase mis libros favoritos indudablemente la cortejaría y con ella me casaría y esta historia más adelante escribiría. Pero no apresurándonos, por el 23 de abril la felicitaría y un libro le obsequiaría, después desconozco lo que en una mágica librería pasaría. La magia sería posible si entre libros trabajaría.