CANTO XIV| LA DAMA DEL CRUCERO.

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Advertencia: la canción a continuación aquí escrita es totalmente de mi autoría, sólo es para leerla, está prohibido cantarla, plagiarla o grabarla. Gracias.

Todo empezó cuando el barco zarpó y su belleza abruptamente me atrapó, todo comenzó una noche en ese elegante crucero, ella es una dama y yo un simple camarero, pero acercarme a ella espero, por eso cada segundo me esmero, en sus ojos sé que puedo encontrar el amor verdadero.

El amor es más fuerte cuando uno lo imagina, me encontraba perplejo observándola por el espejo de la cocina, y me sorprendió cuando sonrió y me pidió una copa de champaña, sé que lo gusto, una mirada no engaña.

Además, agregó que era la mejor copa que había bebido, y yo aún seguía sorprendido, me sentía tan halagado al haberla atendido, mirada de enamorado, increíblemente fui correspondido, ya que temía a ser rechazado, pero con su mirada ya había conversado y su corazón me había entregado.

Le guiñé un ojo y rápidamente pude percatarme de su sonrojo, a pesar de ser millonaria era tan diferente, por su clase social no menospreciaba a la gente, todo marchaba también hasta que llegó a estropearlo todo su impertinente asistente.

Se despidió y se dirigió hacia la pista de baile que se encontraba en la cubierta, yo sólo me fijaba en su espalda descubierta, que cierta curiosidad en mí su belleza despierta y saber que nunca podré estar con ella me desconcierta.

No podía dejar de observarla, estaba perdido como en una app, imaginé estar bailando con ella tap, y cada vez íbamos subiendo de rango, que rápidamente pasamos a bailar tango, y más atrevidamente bailábamos salsa que hasta creí estar solo con ella navegando hacia una isla en una vieja balsa.

Era una velada romántica la que en mi mente se proyectaba, en la costa atlántica ella me besaba, su mirada era filosofía y ciencia que hasta lucía como la física cuántica.

Aunque no sabía con certeza si era americana, romana o quizás alemana, la puse de diosa y solamente era una simple humana, sus labios eran como una deliciosa y roja manzana, su fisonomía era confusa, quizás era rusa, ucraniana o italiana.

No deduje si era escocesa, francesa o inglesa, pero sí la más hermosa duquesa, que parecía ser de la realeza por su pureza y su delicadeza, que no podía sacar su imagen de mi perpleja cabeza.

Salí de mis pensamientos con ayuda de todos esos instrumentos y para mi mala suerte la orquesta seguía y yo aún inmóvil en la cocina permanecía, con mi mirada vacía y mi mente llena de poesía.

Puesto que ella ni siquiera me hacía la propuesta de pedirme algo de beber, entonces quizás solamente imaginé todo ese escenario con esa bella mujer, la cual tenía mucho poder y lamentablemente a mí nunca me voltearía a ver, ni siquiera su aroma de roma alcancé a oler.


Anghell Gravecraft.

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