CANTO XXXVIII| MI TESTAMENTO.

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Compositor: Anghell Gravecraft.
Advertencia: la canción a continuación aquí escrita es totalmente de mi autoría; sólo es para leerla, queda estrictamente prohibido plagiarla para cantarla y grabarla. Gracias.

Quiero improvisar en el momento, ya escribí tantas palabras que me parece innecesario y absurdo dejar un testamento, leo para ampliar mi conocimiento, dejé la redes porque me parecía un banal entretenimiento, ahora entrenar mi cerebro con lectura me parece un mejor entrenamiento, escribo lo que siento, cuando muera mi alma yacerá en el cementerio de libros olvidados, como el de La sombra del viento. Comencé leyendo y escribiendo tonterías pero luego cambió y trascendió mi pensamiento cuando fui leyendo con más detenimiento, ningún sabio mantiene sempiternamente su argumento.

Abandoné la iglesia y todo adoctrinamiento, intento no verme tanto al espejo porque con mi baja autoestima me atormento, hago cosas que odio pero aún así las repito de ahí mi constante lamento, me veo al espejo y sólo veo un esperpento, de la realidad me ausento, la literatura es el mejor armamento. Como en El Séptimo Sello con la muerte estoy jugando una partida de ajedrez, Zugzwang, en el tablero de ajedrez no queda movimiento, has silencio y escucha el sufrimiento. No son mitos, existen los poetas malditos, con pensamientos y manuscritos llenos de abatimiento. Ayer en la noche sentí de nuevo su putrefacto y alcohólico aliento, Poe todavía vestía harapiento, se me presentó con su rostro macilento, de literatura seguía hambriento, dictó rápido y escribí lento...

Vestimenta oscura, nada bueno augura, consuela escritura, presento un problema auditivo y me siento Beethoven de joven componiendo una partitura, los libros son mi floritura las palabras mi mejor armadura. Eres un aventurero que huye del destierro, yo el sepulturero, mientras tú vives vidas, yo las entierro. Me pregunto si algún día alguien podrá desentrañar este corazón de hierro.

En mi tez hay palidez, olvidé tomar el sol otra vez, dermatitis por estrés, gastritis por no cenar ni desayunar y almorzar hasta las tres, desde niño nunca conseguí dormir tanto y de grande me aburre la comida, soy un espécimen raro, ¿lo vez? ¿Podré llegar así a la vejez? Abandoné las redes por la estolidez, sólo en la lectura encuentro solidez y en los brazos de la escritura calidez, soy taciturno de nacimiento, hablar con extraños me produce tartamudeo y acidez, maldita, maldita timidez.

El amor es un camino espinoso y por mi afanoso corazón caminé descalzo, ahora mis palabras amatorias e ilusorias al cielo alzo, escribo mis poemas en un pedregoso cadalso, la vasija del dolor rebalso. Los libros son amigos y pareja, conocí personas pero al final la vida sólo siempre te deja, en mi muerte no habrán testigos sólo escríbanos y un epitafio de moraleja.

Este sombrío y característico día escribí más de seis notas con palabras ignotas, si las analizas con detenimiento explotas, si estoy inspirado lluevo mares cuando no sólo gotas, pero diariamente escribo palabras remotas.

Quizás lo que escriba no tengan ningún sentido, la soledad no sé en qué me ha convertido, hace tanto que en compañía humana no me he divertido, encerrado entre cuatro paredes, milagro que no he enloquecido, la lección he aprendido y sin embargo los males he repetido, motivos por los cuales me he maldecido, escribo y leo cuando debería de estar dormido.

Es medianoche y desde las seis de la mañana he estado escribiendo, no he podido frenar la fuente de inspiración de mi mente, no estoy mintiendo, ya escribí tanto automáticamente que en este punto ya ni siquiera sé con exactitud lo que estoy diciendo ¿será acaso que como Nietzsche estoy enloqueciendo? Eso sólo es señal de que en escritor me estoy convirtiendo, son tantas palabras que hay en mi mente que apenas el vientre literario las está digiriendo. Escribo mientras afuera está anocheciendo o en todo caso amaneciendo, es triste que nadie lea ni entienda lo que estoy haciendo, pero ser escritor implica ser un perdedor, así que tranquilos, del fracaso y rechazo estoy aprendiendo, con la locura de mi escritura estoy conviviendo.

El día temprano oscurece, es viernes trece o al menos eso parece, no salgo de mi habitación que siento que mi mente enloquece, mi boca taciturna enmudece, mi alma ennegrece, porque el terror literario mi mente enaltece, el sentimiento amatorio desaparece, afuera el mundo perece y encerrado en mi alcoba mi vida con soledad se fortalece, si la gente me ve o me lee puede que rece, escribiendo o leyendo el joven amanece, escribo siempre que apetece, irónicamente mi audiencia disminuye y mi talento crece.

Ayer me desvelé por algo degenerativo y destructivo, hoy por algo significativo, equivocarse y aprender, sufrir y reír es lo que implica estar vivo, con mis creencias sobre la muerte espero ser asertivo, tengo talento, disculpen lo reiterativo. Te recomiendo mi novela El genio maligno, la gente ya no me lee pero no me indigno, lo que escribo siempre es fidedigno, he escrito tanto que de ser llamado escritor soy digno.

¿Cómo titular está sombría canción? No lo sé, pues no pensé ni una sola oración, fue una espontánea y nocturna improvisación, que empecé y terminé con una sola terminación, sino escribo de palabras en mi mente hay una inundación y mi cuerpo se llena de ofuscación, escribiendo encuentro liberación. Soy escritor moriré de locura o de inanición, dejar de escribir no es una opción, ¿cómo esperas que mantenga abierta la prisión de mi imaginación?

Sí abro la celda y libero al loco de la mente toda la gente se contagiará de alienación, la palabra es escritor, locura su definición, para la locura no existe hospitalización, la lectura es la única medicación, o bueno puede que los libros empeoren esa condición como le sucedió al Quijote de la Mancha que puso en práctica toda caballeresca novelización. Este día escribí sin parar porque estuvo a flote la inspiración, me gustaría seguir escribiendo por simple ambición, pero ya pasa de medianoche y sorprendentemente vino el señor sueño así que a este manuscrito perenne pondré finalización.

Este manuscrito fue mi testamento, recuerden que sólo escribiendo y leyendo estuve contento, lo único que pido es que lean mis letras, de mi persona no exijo ningún monumento, me parece gracioso que algunos idiotas quizá intentarán adueñarse de algunos de mis escritos pero renunciarán a ellos cuando vean que de mi arte yo era el elemento, y si quieren sepúltenme, pero no entierren mi talento, escribiré palabras en el aire cuando dé mi último aliento.

He aquí mi testamento, mi testamento... espero que cuando muera cese mi tormento.


Poeta Lúgubre.

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