CANTO IX| FRANK SINATRA.

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Advertencia: la canción a continuación aquí escrita es totalmente de mi autoría, sólo es para leerla, está prohibido cantarla, plagiarla o grabarla. Gracias.

Caminando por las calles frías de Nueva York en un bar karaoke la vi, y me sentí, como Frank Sinatra... cantándole una melodía de jazz, ella destilaba hermosura e inteligencia como la reina Cleopatra.

Con su sonrisa y su mirada perspicaz, me enamoró, bailamos al compás, la noche se evaporó, en una nota de jazz, en una noche de jazz.

En una noche de jazz.

Hacia la barra caminé, a un trago cordialmente la invité, me presenté, toda la noche no me ausenté, en el oído le canté, la conquisté. Esa noche con champaña brindé, de su belleza me enamoré, chocamos nuestras bebidas y brindamos porque, así es la vida.

That's Life.

Les doy una pista, era una obra de arte por lo tanto sólo la conquistaría un artista, bailamos toda la noche al ritmo del saxofonista, acompañados de las melodías del pianista, y luego subimos al auto y conducimos por la vieja autopista.

No imaginé que esa misma noche la besaría, que su alma y cuerpo me entregaría, juré que hasta la muerte la acompañaría, mientras bailábamos el público expectante veía y aplaudía, estaba con una emperatriz así que no claudicaría,

De observar su inherente belleza no me cansaría, mis notas de jazz todas las noches le dedicaría, y prometí que siempre la amaría, no creí que apenas la conocería y me enamoraría.

Éramos dos extraños en la noche, sin conocer lo que el futuro nos depararía, pero aconteciera lo que aconteciera a la reina y al barítono la vida jamas los separaría.

That's Life.

Al salir del bar paulatinamente conducimos y caminamos, y en un hotel cinco estrellas de la ciudad nos hospedamos, nuestros cuerpos mutuamente entregamos, lentamente nos calentamos, besándonos frecuentemente bien la pasamos.

Repentinamente nos enamoramos, definitivamente al terminar de hacer el amor, amor nos juramos, y efectivamente un cigarrillo fumamos y desde entonces en el viejo karaoke este coro al unísono cantamos...

Caminando por las calles frías de Nueva York en un bar karaoke la vi, y me sentí, como Frank Sinatra... cantándole una melodía de jazz, ella destilaba hermosura e inteligencia como la reina Cleopatra.

Con su sonrisa y su mirada perspicaz, me enamoró, bailamos al compás, la noche se evaporó, en una nota de jazz, en una noche de jazz.

Anghell Gravecraft.

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