CANTO XXXVI| MISTAGOGO.

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Compositor: Anghell Gravecraft.
Advertencia: la canción a continuación aquí escrita es totalmente de mi autoría; sólo es para leerla, queda estrictamente prohibido plagiarla para cantarla y grabarla. Gracias.

Sin libros siento que en el mar de la ignorancia me ahogo, creo en algo hasta que lo cuestiono y como un detective lo interrogo. El lector leyendo se convierte en pedagogo, el escritor escribiendo se convierte en un mistagogo, en ánforas de palabras la catedral de mi alma desahogo. Como mistagogo mis manuscritos son mi predicación, mi religión es la literatura, solo tengo dos mandamientos: la lectura y la escritura, pues todos los días con ellas dialogo.

Escribiendo me animo, pero al no ver lectores me desanimo, de mi familia no me lee nadie, ni siquiera un solo primo, nadie me comprende y me subestiman, nadie entiende las cosas hermosas, tenebrosas e ingeniosas que en este libro rimo. He borrado varios libros porque a veces hasta yo mismo me subestimo, con mis escritos me hago bullying y me lastimo, con la pluma mi corazón oprimo, pues cuando escribo mi dolor exprimo. El amor es un circo, el dolor es mimo, el mundo es pantomimo, mi biblioteca es lo que más estimo.

De Nietzsche y Dostoyevski soy discípulo, Superhombre sobresaliente, Solipsismo floreciente como el de El sueño de un hombre ridículo, para ser inteligente la lectura es el único vehículo. Con pensamientos palabras e historias gesticulo, en literatura me matriculo, más de doscientos libros leídos y veinte libros escritos, de lector y escritor ya poseo mi currículo, y más de cien canciones de larga duración pero todas en verso, por mi esfuerzo como compositor mi nombre ya merece que en el periódico le dediquen todo un artículo.

Como escritor me conmemoro, lo que escribo refulge como oro. Los libros que leo y escribo son mi mayor tesoro, continuar escribiendo es lo que más añoro, para ello vida a la muerte le imploro. Personas que dicen amar leer, pero mi talento y mi genialidad no pueden ver, sinceramente no lo logro comprender, como escritor me siento ofender. Su mente vacía no puede trascender, hay que estudiar e indagar, no basta sólo aprender, en mí quiero creer, pero hay días que subo otros que vuelvo a caer.

Como una montaña, aprendo de la literatura rusa, la mente siempre parece confusa, no tengo pero me gusta creer que tengo musa, las palabras son poderosas y electrocutan como tentáculos de medusa. Cosa que no sabe la gente ilusa de mente profusa, de nada sirve tener cerebro si la gente no lo usa, todos pueden filosofar pero la gente en la banalidad se excusa, el que comete el crimen es el primero que te acusa.

Hay días que escribo y digo se pudo, otros que de mis escritos dudo, honestamente prefiero no hablar con la gente, me gusta más escribir y no soy mudo, la seriedad es una máscara de mi timidez que me hace aparentar ser un hombre seguro y rudo, pero no lo soy, de hecho hasta pareciera que hablara con un embudo. Soy un guerrero y la escritura es mi escudo, cuando en el campo de batalla siento perecer a la lectura rápidamente acudo.

Inteligente como el delfín, pequeño como una mantis, la gente es exageradamente religiosa, parece contradictorio pero creo en La Religión de los Ateos de mi hermano Siomantis, mi mente está dividida, sumergida en el océano de literatura y en el mar de incertidumbre como en la acuosa ciudad de Atlantis.

Sin libros siento que en el mar de la ignorancia me ahogo, creo en algo hasta que lo cuestiono y como un detective lo interrogo. El lector leyendo se convierte en pedagogo, el escritor escribiendo se convierte en un mistagogo, en ánforas de palabras la catedral de mi alma desahogo. Como mistagogo mis manuscritos son mi predicación, mi religión es la literatura, solo tengo dos mandamientos: la lectura y la escritura, pues todos los días con ellas dialogo.

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