CANTO VIII| NOCHES DE JAZZ.

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Advertencia: la canción a continuación aquí escrita es totalmente de mi autoría, sólo es para leerla, está prohibido cantarla, plagiarla o grabarla. Gracias.

Extraño las noches de Jazz, nuestros corazones ya no laten al compás, el brillo de sus ojos un día fueron mi estrella fugaz, pero no imaginé que de engañarme sería capaz.

Sería capaz, ahora no hay vuelta atrás, no quiero que vuelva jamás, creí que por dentro sería hermosa, pero solamente fue un disfraz, su sonrisa preciosa fue su antifaz, mintió damisela perspicaz.

Con sus labios voraz jugó conmigo, era audaz, su amor no fue nada eficaz, su mente era tenaz, se disfrazó de oveja, pero era un lobo rapaz, no sé si tuvo uno que otro secuaz, solo escuchó el carruaje del capataz.

Ya de nada sirve llevar el mensaje si se fue con todo y su equipaje. A tu recuerdo le estoy haciendo un homenaje, una relación es un pequeño cortometraje, pero el olvido es un largometraje, no era sencillo enamorarme, pero tus palabras y tus besos fueron balas que penetraron mi blindaje.

Ahora visto de traje y me desahogo en la ópera, pero mi corazón no copera a pesar del dolor en la fría sala aún te espera, mi mente me lo reitera escuchando las melodías de la orquesta. Anhelaba montar una obra de teatro solo para hacerte una propuesta, como Romeo y Julieta, pero después de todo la sala quedó vacía e indispuesta, dime ahora ¿cuál será tu repuesta?

Nuestra historia llegó a su fin, aún conservo las fotografías del dormitorio, en el auditorio me la paso escuchando melodías del piano y del violín, el dolor cada vez se vuelve más liviano, fue una historia con un final tan ruin. Mi amor está en segundo plano, mis sentimientos se hundieron en el insondable pantano.

Pensándote me desvelo, me la paso tocando el violonchelo, con mi mirada nostálgica y rústica, soy un melománo, un amante de la música acústica, cualquier instrumento de repercusión me hace perder la noción. Recuerdo cuando subiste a ese tren y te perdí en esa vieja estación, lo nuestro fue como una película romántica en una escena de televisión.

Recorro la milla sesenta, mi doncella se ausenta y el dolor solamente incrementa, revivamos los años setenta, donde el amor no parecía ser una tormenta que atormenta, su corazón era frío su mirada friolenta, fue una dama frívola y violenta.

Violenta en la manera de amar, violenta en la manera de dejarme y olvidarme, rompió mi corazón, sano mi herida escuchando las melodías del viejo saxofón o del trombón. No voy a negar que eras un bombón, mas para engañar tienes un sutil don, pero a pesar de todo, para tener otra relación tienes mi beneplácito y mi perdón.

Te dedico las últimas notas del clarinete, vete, cabalga en tu jinete, creía que podía más el amor que un simple billete, tus recuerdos me atrapan como un grillete. Pero no quiero que vuelvas, no quiero que mi corazón de nuevo se agriete, nuestra historia fue más triste que la de Hansel y Gretel.

Ahora camino solo y con dolor por la fría ciudad de Nebraska, nunca sentí tu calor, pues tú eras más fría que un invierno en Canadá o más frigorífica que los copos de nieve en Alaska.

Extraño las noches de Jazz, nuestros corazones ya no laten al compás, el brillo de sus ojos un día fueron mi estrella fugaz, pero no imaginé que de engañarme sería capaz.

Sería capaz, pero ya no importa, nuestro amor se fue, me deshago escribiendo y escuchando las melodías del Jazz y bebiendo un amargo café.

Anghell Gravecraft.

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