En el confinamiento absoluto, llega otra Navidad, sin regalos de ninguna clase, sin desearlos en verdad.
¿Quizá el comercio venda pebetes de ternera esta vez?
Pero me conformo con ropa cómoda, sin más interés.Unas crocs, un short y el carboncillo del lápiz en mi rincón, es suficiente.