Soy el ser que contiende con enemigos imaginarios, leales adversarios de mi vanidad putrefacta.
En el altar suspendido en los cimientos de una historia abandonada, desprovista de hadas y jazmines, sin objetos sublimes convertidos en tesoros.
Soy aquel que, dependiendo del momento, se desplaza con mayor parsimonia, más despiadado, más fatigado hacia la desorbitante brevedad de un instante.