Alejandro, ese enigmático y errático hombre que me abandonó a la merced de un azar ficticio, desconozco su oficio, sus anhelos y temores, y los hilos del destino en los que tambalea. Soy una extensión de él, como lo son todos los hijos del mundo, un eslabón más de una esencia ajena.
Alejandro, uno de mis nombres, ser enigmático y errante, que busca desequilibrar los puntos para no ser definido.
Soy un mediocre escritor y dibujante, la antítesis de lo que aquel hombre alguna vez fue.