Leer y escribir, leer y escribir, y sumergirme en la biblioteca del tiempo, donde cada excremento literario de escritor quedará abollado por el implacable paso de los años y su tormentoso transitar. Algunos serán olvidados, eclipsados por la vorágine del olvido, mientras otros serán recordados con reverencia hasta que el conjunto se expanda y desvanezca su presencia. ¡Qué maravillosa jugarreta es ser escritor, entregarse a lo ajeno, abrir el pecho y permitir a los demás vislumbrar el contenido, tan entretenido, tan sublime... Pero ahí yace algo, algo que se desvanece en este enmarañado de ansiedad, es un miedo, sí, una inquietud malevola que confío se desvanezca con el tiempo.