En qué punto de la línea me encuentro, ¿en uno de sus extremos? ¿Quizás en el centro, donde convergen los opuestos?
Al mirar hacia abajo, el vacío se adueña de mis ojos, sumiéndome en la oscuridad del desconocido. Al alzar la vista hacia el cielo, tampoco encuentro respuesta, solo un horizonte desolado que se diluye en la distancia. ¿Dónde se ocultan las majestuosas montañas que acarician el cielo? ¿Dónde se esconden los árboles sabios que guardan secretos ancestrales? ¿Dónde murmura el arroyo, melodioso y sereno?
La incertidumbre me envuelve, generando un malestar que me impulsa a seguir buscando un punto de referencia, una dirección clara que me guíe hacia algún escenario que merezca la pena explorar.