El día barrió con los árboles, edificios, casas y esperanzas, y yo, cautivado por ello, salí a pasear para explorar el entorno desolador que se cernía sobre la ciudad. Es asombroso cómo un simple fenómeno climático puede devastar una comunidad. Aunque no me maravilla la destrucción en sí misma, me impone respeto y me hace reflexionar sobre nuestra fragilidad. Sin necesidad de palabras, solo a través de sus acciones, muestra la humildad a la que pertenezco.