El arte, como plato principal, sacia los sentidos y el espíritu, aunque no necesariamente se traduce en beneficios monetarios. A menos que se presente alguna oportunidad excepcional, su valor económico es escaso. Sin embargo, siempre he considerado que vale la pena buscar una felicidad más allá de lo que el individuo pueda comprender, incluso si eso implica renunciar a la seguridad personal.
Al final, el verdadero artista es aquel dispuesto a correr riesgos. Es necesario sumergirse en las profundidades más abismales, hasta el punto en el que sientas la necesidad de detenerte, pero sin obedecer esa voz interior que te pide frenar. Es en ese umbral donde se encuentra la verdadera expresión de uno mismo y por consecuencia la mas pura expresión artística.