No logro encontrar concordancia con el orden en estas orbes que se asemejan a prismas, las cuales fatigan mi mirada. Más allá de su deslumbrante despliegue, no presencio nada más que una amalgama desorbitada de factores que dan forma a la desorientación fecundada en mi ser. Diviso ante mí las opciones: ¿debo restringirme a un orden impuesto por el ojo ajeno que reniega de la imperfección, o simplemente debo cobijarme en el caos y su cómodo confort?