Soy alguien que se atribuye lo sencillo, un ícono minimalista que asume su función,
me deleita contar las gotas, el éxtasis, saborear el café.
Agitar, sacudir mis energías y escribir con solemnidad en el pasado.
Permanecer para contemplar las litografías como si tras ellas se escondiera el más puro laurel.
Me encanta la quietud, la tranquilidad de la soledad, el silencio del parque, el silencio de la lectura, el silencio nítido de la lluvia.
Me asigno múltiples preferencias, pero sé que pocas son perdurables, por no decir ninguna, y es en ese punto donde descubro otra, que no es ni más ni menos que esa finitud.