Siento la urgencia de lo añejo, el deseo de elevar mi pasado por encima de las líneas, aunque aún me sostengo en la juventud. Si acaso, ser joven y anciano al escribir reside en la opulencia del recuerdo; quizás el anciano lo nutre con mayor ternura, mientras que yo, un infante en términos mentales,
en carne,
en apetito,
en anhelo,
en tiempo, no logre encontrar ese puro afecto que vislumbro en ese temporal futuro.De ahí brota una acción que asciende, desciende y, en ocasiones, las tres razones convergen.
Delirio, es delirio, una incongruencia, un encapsulamiento meramente sin sentido.