Rubia, morocha y colorada, cada una con su encanto, solo un ciego negaría su primitivo instinto, ante sus naturales e intrínsecos dotes de seducción.
¿Podría ser una excepción? Las miro y quedo maravillado, pero más allá de ese sentimiento, no surge nada. No siento la esencia del macho en busca de la hembra, sino la del mero observador, esperando a que se presente una oportunidad biológica.