En tus ojos diviso tenues lágrimas, que mis palabras desatan en torrentes, mi mente siempre me susurra al oído: la realidad en tu panorama no es transparente.
En el presente actual en el que te observo, puedo admitir que no hay engaño, en tu morada soy un visitante incierto, y en mi habitación mi corazón no obedece a tu regaño.
Temeroso confieso, te quiero, sentirás el peso del adiós con más dolor, pero ¿qué decir para brindar consuelo, sin sentirme culpable en este desamor?