Hace ya un tiempo que mis párpados evitan el sueño, mientras los cuervos se ciernen a mi alrededor. No logro discernir si me guardan rencor o si me incitan a descansar. Me elevo en cada verso retorcido, en un culto perverso en honor a mi humanidad. Mi vanidad arrogante se pavonea, imitando a Dante en su afán de inmortalidad. Pero, ¿qué posibilidad hay de sellar y despertar en el futuro? No soy brujo para conjurar encantamientos, ni demonio para ser sellado en cautiverio. Sin embargo, no emprendo ese viaje por ahora. Prefiero posponerlo para más adelante. Me disgusta ese letrero de límite impuesto. Retrocedamos, hagamos como si nada sucediera, como si esta vida no me arrasara y, en verdad, no estuviera envejeciendo.