Hoy no es el día para ponerme poético ni estético ante el folio. Llevo en la espalda varios demonios y no estoy en el podio del odio para usarlos al redactar.
Me adelanto a errar y plasmar algo que no planeo. He venido solo para cuestionar el progreso o eso que condecoran como un trofeo para la sociedad.
Carezco de ello, y eso es bello. Es una pregunta, no una inepta confiabilidad. Mi habilidad es mi condena. Me hablo, le hablo al texto y tal vez, si el azar lo permite, esto llegue a alguien sin el pretexto de un supuesto valor.
¡Ay vida odiosa, prosa asquerosa! Buscando en ella mi salvación, no cabe más razón para querer matarme sin pasión ni tesón externo al verso.El estrés me consume; mi piel late, mi voz se acalla y mi mente se irrita frente a la realidad, a pesar de mi juventud. ¿Cómo es posible que, aunque sea joven, me vea afectado? Maldito desorden, el equilibrio y el punto medio son un convenio de pensamientos enredados que me desmoronan mientras avanzo.