Diecinueve años y palabras sin valor

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Diecinueve años en mi carne, diecinueve años en mi lecho, está hecho. El tiempo me apuñalo con su cuchillo temporal, un mango hecho con fragmentos del destino y una hoja afilada del metal de la realidad.

No es tan malo como lo planteo, a pesar del pasadizo quebradizo en el que tambaleo, sigo vivo y supongo que eso es positivo, ya que puedo examinar lo que me toca.

Hoy mi boca anda más cerrada de lo normal, no hay ente para dialogar ni voluntad que me reprenda por dicha acción.

Pero escribir es norma, y es menester tenerlo claro, ya me he cansado de tanto verso.

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