Melatonina

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Una vorágine de letras se retuerce en mi ser durante las noches, en pleno apogeo de un derroche de emociones que se clavan en las profundidades de mi mente. Allí yace mi mirada, fija en el techo, mientras antes de entregarme al sueño, trazo en la altura efimeros sueños, aquellos que nacen en fugaces instantes, apenas aptos para ser contados. Gracias a este hábil ardid, consigo recordarlos más allá de lo que el tiempo dicta.

De esta manera, múltiples poesías han visto la luz. Quizá yo mismo haya nacido de ese mismo ímpetu, pues acaso todo emane así. Somos creaciones de alguien, alguien dotado de una imaginación prodigiosa, aunque no llegue a igualar a la de su propia creación.

Pero ahora, conviene que me sumerja en el sueño, sin desviarme de mi propósito natural. La melatonina, fiel a su deber, ha desplegado su acción, logrando sedarme poco a poco. Antes de cerrar los ojos, permíteme esbozar una última idea en el techo blanquecino. Ahora sí, es hora de dormir.

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