Hambre

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Siento la ausencia de peso en las profundidades de mi estómago (aquel que solo la falta de alimento y la ansiedad pueden provocar). Me sumerjo en un estado mental en el que la irritabilidad me envuelve por completo, dejándome suspendido en una cuerda floja entre la insatisfacción y una terquedad errante. Anhelo con desesperación algún pan, queso o manjar que contenga todas las biomoléculas para calmar mi ser hambriento. Me encuentro a merced de la pereza, carente de habilidad, debido a este hambre que me estresa y me obliga a plasmar torpes palabras sobre el papel.
Mi estómago ruge, huye y se divorcia de la saciedad, reclamando algún alimento que se materialice o aterrice delicadamente en mi paladar, para calmar mi inquieta existencia.

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