Maldigo la nostalgia que me obliga a aferrarme al pasado, momentos tan débiles y pobres que incluso consideraría inexistentes. Permanecen latentes en el aposento de la repetición, buscando revivirlos de nuevo, y tal vez de una manera más provechosa, pero hay poco cosa que puedo hacer. De hecho, las posibilidades de un reencuentro terrenal son prácticamente nulas.
Maldigo al pasado, audaz precursor del apego. Maldigo esta vida y su inexistente botón de repetición.