Hoy, una vez más, me encuentro sumido en la angustia, pues me asalta una duda que no me da tregua.
Esos ojos, tan inexpresivos y deshumanizados, no me permiten avanzar; me traen a la memoria las miradas que se cruzan en las calles, tantas como las líneas que dividen las baldosas.El día, la tarde y la noche, con sus intermedios, se apoderan de mis emociones, dominándolas por completo.
Me veo obligado a volver a ponerme la máscara, ya que se está agotando la tinta de mis palabras.
Debo restringirme y evitar seguir adelante.