Chapter 38

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Asmodeo disfruta mis reacciones desconcertantes al reírse a carcajadas cuando le pido que vaya más lento.

¿Cómo puede decirme todo eso de la nada?

Siento su presencia a mi lado.

-Pudiste decirme antes que mi enemigo es un Demonio celoso.

-¿Celoso?

Vamos, ¿Creé que no me daría cuenta?

-Amélie te amaba, la mataste, y regresó del infierno, es probable que por tí, y si nos vió teniendo esos encuentros cercanos...-le miro-estoy seguro que asesinó a los ancianos para causarme dolor.

Si tan solo...no me hubiese tentado con mi protagonista masculino, y este tipo no fuera Nikolay, quizás...esto nunca hubiese pasado.

Pero lo hecho, hecho está.

-¿Te arrepientes de conocerme?- pregunta mirándome de forma lamentable.

¿Si me arrepiento?

Antes podría contestarle fácilmente.

¿Por qué ahora no? ¿Su compañía se me ha vuelto tan necesaria?

Lo que estoy sintiendo no está bien, me estoy acostumbrando a estar a su lado. Sus chistes de mala pinta, y esa sonrisa burlona me cuestan quitarla de mi cabeza. Su escencia, lo que es Asmodeo, podría decir que es único.

Si él se va...

¿No debería estar feliz?

¿Por qué estás preguntas llenan mi mente? ¿Tanto...me cuesta contestar?

-No molestes-sigo mirando el mapa que antes lo vizualizaba bien.

Su pregunta me distrajo, no suelo ser así.

-No contestaste.

Tomo aire.

-Me arrepiento-vuelvo a mirarlo a los ojos-fue un error conocerte.

Si, me arrepiento de conocerlo, porque estoy seguro, que el día en que se vaya, extrañaré esas palabras estúpidas.

-No eres el único-responde-yo también, siento que fue un error.

La tensión de ambos se rompe cuando Asmodeo agarra mi rostro y abre mi boca para besarme con fuerza.

Mis manos sujetan su camisa desabotonada, el me levanta sentándome en el escritorio donde está el mapa. Profundizo el beso al sentir sus manos en mi cintura, sus ojos rubíes lucen peligrosos cuando nota mis dedos juguetones.

Un botón no es suficiente.

Sigo besándolo aunque ya no me queda aire en los pulmones, su lengua juega con la mía salvajemente, y el se niega a soltarme aún sabiendo la presión que hace en mí.

Siento su miembro duro en mis muslos, Asmodeo gime en mí oído luego de soltar el beso y mi respiración intenta normalizarse.

Mis esfuerzos son nulos porque Asmodeo succiona mi cuello repetidas veces.

Toco la piel desnuda de su pecho, quitando la camisa ya abierta y de pronto, el Demonio se detiene de la nada.

-¿Por qué te detienes...?-pregunto desconcertado.

Asmodeo da un paso hacia atrás tartamudeando un perdón y algunas palabras mal articuladas, cuando ve que está atrapado en su propia torpeza y nerviosismo huye de la habitación con rapidez.

-¿Que acaba de pasar?

¿Huyó? ¿De mí? ¿No era el quién dijo tan que...?

-Estoy molesto.

Y abandonado.

Mi corazón acelerado no se estabiliza,  yo tapo mi rostro avergonzado con mis manos.

-¿Que hiciste Valentine?

Lo que hice fue muy idiota de mi parte.

-Sucumbí a la tentación.

Otra vez.

Y con la misma persona.

Observo las manos con los que quite sus botones, y con los que toque ese pecho duro y resistente.

-Lavaré mis manos en agua bendita.

Y mi boca también.

Lamo mis labios rotos, pensando en el mejor beso que había tenido en toda mi vida.

Definitivamente, Asmodeo ganó el premio.

-Quizás cuántos tocaron su boca...

Fue agresivo y tan apasionado que me deje llevar.

Cruzo mis piernas observando la puerta. En realidad, no importa si no aparece hoy, tarde o temprano lo hará.

...

Eso es lo que dije, pero ese imbécil no ha vuelto en tres días. Pregunté por el llamando a Victoria o a Blake.

No está ni siquiera en el bosque de las penumbras.

-¿Por qué se fue?

¿Yo tuve la culpa? ¿No le gustó mi toque? Huyó cuando mis dedos tocaron su cuerpo desnudo. ¿Realmente fue por eso?

Al menos si me hubiese dicho que no deseaba nada, ni siquiera un polvo conmigo, lo entendería.

¿Pero huir? Esperaba todo menos eso.

Es un idiota de poco tacto.

-Lo odio.

Flolix ladea su cabeza.

-¿A quien odia mi pequeño asistente?

Suspiro.

-¿No ha visto a mi hermano?

El Emperador entiende mis palabras y niega con su cabeza.

-Ya volverá, es normal que los hermanos discutan.

Ojalá fuera así.

-¿Cuando parten?

-Hoy mismo-responde-vengo a despedirme, su alteza.

-¿No tienes esperanzas de volver?

El sonríe tristemente.

-Cuida bien del Imperio.

Le gritó diciendo que pare con sus bromas de mal gusto, el se ríe despidiéndose de un abrazo corto.

-Ni siquiera te daras cuenta cuando vuelva.

El entra a su carruaje, y Ulises se me queda mirando por un largo tiempo, hasta que lo veo levantando su mano, diciéndome adiós.

Un dolor golpea mi corazón por un segundo.

'Adios, hermano mayor'

Veo mi alrededor buscando la voz que escuche en mis oídos.

Ellos llegarán al bosque de las penumbras al anochecer, como yo tengo las coordenadas no me es necesario preocuparme por el tiempo.

Y una vez que pasen el bosque de las penumbras...

Se encontrarán con el Wendigo.

En vez de haberme calentado con Asmodeo tuve que haberlo hecho hablar sobre Amélie y su perro fiel.

-Admito que a veces no me sé controlar, pero esta vez me pasé.

Retrocedo volviendo a entrar al palacio, los sirvientes y los nobles susurran a mis espaldas llamándome estúpido.

Supongo que no les agrada la idea de poner a sus Emperadores en peligro.

Detengo mis pasos al ver los cabellos rubios caer por los hombros del hombre familiar. Su ojos celestinos miran los míos, en su mano trae el collar que me hizo huir.

El sacerdote lo guarda en la pequeña caja dejándola en el suelo.

-Úsalo el día de tu muerte.

El plan de escape del hermano menorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora