Chapter 102

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Cómo si un balde frío cayera en su cabeza, Ulises se detiene con sus gritos, sus manos tiemblan, busca entre sus ropas desesperado, imagino, que un arma.

Lavier pone su mano en el hombro de su padre.

-¿Es mucho pedir que te comportes?-la manera fría de preguntar, me hace aplaudir.

Claro que mi gesto fue tomado como una burla.

Lavier hace una reverencia, llamándome tío. Es increíble que el crea que Ludwing realmente ha vuelto.

-Volvió a quitarnos todo.

-El volvió por lo que le arrebataste-contradice Lavier.

Ulises agarra su cabeza con locura.

-No es real, no eres real, no lo eres.

Doy un paso al frente.

-Hermano, no quiero el trono, solo quiero saber la verdad.

-¡Mientes!

Afectado, le pregunto.

-¿Tu eres el responsable de mi muerte?

Un silencio cae en el salón, Flolix observa a Ulises con otros ojos, unos más desconfiados.

-Solo tenías que mantenerte al margen.

Esa es una respuesta bastante clara.

-Lud, hermano. Si tan solo, te hubieras quedado en la iglesia, nada de esto habría pasado.

¿Está culpando a Ludwing por su propia muerte?

-La iglesia me usaba de experimento Uli.

Ulises suelta una risa fingida.

-¿Por qué no fuiste más sumiso? Era tan fácil que siguieras sus órdenes.

El, no siente arrepentimiento.

-¿No estás contento de verme con vida?

-Prefiero verte bajo tierra.

Vaya, su respuesta es muy fría.

Ludwing habría estado en shock, toco mi pecho adolorido, este cuerpo debe mantener algunos recuerdos.

-¿No te arrepientes?-le miro adolorido, la mano agarrando mi camisa y mi cuerpo apoyado en el bastón me hace ver más dramático.

Ulises muerde sus labios, cierra sus puños con fuerza y con una voz rota confiesa.

-Lo siento, Ludwing. No tenía el valor de matar al heredero a la corona, y me alie con la iglesia para quitarte del camino. Te amo, pero, si tuviera que elegir entre el trono y tu. Volvería a elegir el mismo destino.

Sonrío, en realidad, creo que sí Ulises le hubiese pedido la corona a Ludwing, el se la habría dado.

-Es triste.

A Ludwing siempre le gustó la libertad, estar atado a un palacio no era un futuro que el quisiese vivir. Lo ví crecer junto a Asmodeo, también relatar sus deseos, el solo quería que su hermano fuera el mejor Rey, y el, un libertino en busca de aventuras.

Un sueño de niños.

-Jamás deseé el trono.

Su padre lo obligó a tomarlo, o su hermano menor moriría por los asesinos del antiguo Rey.

Pero si lo pienso más a fondo, era la única manera de separar a Ludwing de la iglesia.

-Mentiroso. Lo tomaste una vez que padre falleció.

-El iba a matarte. Cambié mi libertad por tu vida. ¿Y me pagas con una espada en mi pecho?

Ulises deja su asiento para acercarse hacia mí, en su mano trae una daga.

-¿Volverás a matarme? ¿Puedes hacerlo sin la maldición?

El levanta la daga, espero pacientemente su siguiente paso, pero contrario a lo que quería, Ulises se arrodilla, la daga cae a mis pies dejando un sonido y unos susurros escándalosos.

-No soy capaz.

Le miro, estoy indeciso, tengo a mi disposición la manera justa de asesinarlo, pero por un lado, quiero que se arrepienta toda su eterna vida.

-Joder, la pones difícil.

Ulises se sorprende, sus ojos verdes me miran.

-¿Acabas de maldecir? Tu nunca...

Suspiro, mostrando una pequeña sonrisa, creí que estaba listo, preparado para asesinar al último culpable, es una pena que sienta arrepentimiento por este asesino.

-No soy una buena persona-menciono-aun si te dejo con vida debes darme algo a cambio.

Mis manos tocan los párpados de Ulises, le miro fríamente.

-¿Puede un rey ciego ser competente?

Ulises aparta mis manos de el, su grito de ayuda recorre el salón, los invitados huyen del lugar al ver a Ulises gritar por su ceguera, los ojos verdes dejaron de serlo y se convirtieron en un blanco lechoso.

Una espada presiona mi cuello, observo a la mujer encapuchada, el azul en sus ojos me recuerda a Asmodeo.

-¿No fuí justo?

-Edad.

¿?

-¿No quiere preguntar mi identidad?

-Eres guapo, y te ves joven, aunque seas un farsante, debes tener una edad.

Sinceramente no sé que edad tiene Ludwing.

-Señorita. ¿Está usted bien de la cabeza?

La espada se hunde más en mi cuello, el filo hace una delgada línea, dejándome sangrar.

-Vicky, no lo asesines-da la orden Lavier.

-¿Vicky?-me pregunto-quita esa capucha.

Si Creación le creó su cuerpo, quisiera saber que identidad eligió, por lo menos, los ojos azules siguen intactos.

-¿Por qué me das órdenes? Ni que fueras...-su voz se apaga-maldición, tus expresiones y forma de hablar son iguales.

¿Si le digo que soy Valentine me creerá?

Conociendo su temperamento, es probable que muera a penas lo diga.

-Lavier, dile a tu esposa que baje el arma.

El sonrojo del rubio delata su relación secreta, la mujer se quita la capucha, los cabellos dorados y la piel morena me recuerdan a Xion.

Escogió una apariencia fácil de encontrar.

-Usted sabe mucho, tío-las palabras burlescas de Victoria dejan una sonrisa en mis labios.

-Ya que mi hermano está acostumbrándose a su ceguera, me encargaré de sus asuntos imperiales.

Miro a un Ulises desmayado en el suelo, solo echaré un vistazo de la situación de su gente. Tiene mucha tierra, pocos campesinos pero muchos mendigos.

Creo, que puedo arreglar eso.

-¿Que piensas, sobrino?

Lavier rasca su mejilla un poco incómodo.

-Mientras mi tío se sienta a gusto...

Flolix se acerca a mi lado, su ceño fruncido y dientes apretados amenazan mi figura.

-¿Te molesta mi presencia? Emperador extranjero.

Con un movimiento sutil apenas audible dice mi nombre cerca de mi rostro, acompañado de unas palabras molestas.

-Valentine. ¿No sientes vergüenza de dejarme a un nieto con raíces desconocidas?

-Cabron, ya dije que no tengo crías molestas.

El plan de escape del hermano menorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora