Mis ganas de vomitar y el asco que me da la iglesia suben como espuma. Tapo mi boca al pensar como profanaron el cuerpo de Ludwing. Mis manos tiemblan del enojo.
-No falta mucho, ya cuando mis ojos vuelvan a su lugar solo faltará buscar el corazón y podrás ingresar a mi cuerpo.
Sus palabras no me sirven como consuelo.
-¿Valentine?-pregunta mi nombre-¿Estás bien?-el frunce el seño-no te preocupes, los ojos ya fueron encontrados por tu subordinada, si nos acercamos a la iglesia o al palacio dónde solía vivir podríamos encontrar la pieza final.
-Bastardos...
-¡Valentine!-grita mi maestro sacándome de mis pensamientos-¿No te acabo de decir que no uses tu poder?
¿Cuando lo usé?
-No creí que mi hijo heredaría mi magia negra-suspira-estoy tan orgulloso como preocupado.
Tapo mi rostro, escuchando una vocecita en mi cabeza.
-Un demonio no necesita un núcleo jiji...
-¿Keyla?-pregunto.
Ludwing busca por la habitación aquella vocecita, mi Maestro pide que ignore lo que dijo aquella demonia.
-¿A qué se refería ella? Dijo demonio pero no estoy cerca de ser uno, además, las bestias de los bosques evitaban acercarse a mi porque tenía el olor de un ser maligno en mi cuerpo, pero Asmodeo no me marco...
Mi Maestro se acomoda y sus palabras me dejan atónito.
-El ser que dejó ese olor en ti es mi Maestro, Muerte-el deja la taza vacía en el pequeño platillo-no es extraño que las otras bestias te llamen Demonio.
Keyla aparece a mi lado sentándose en mi hombro.
-Se que ese tipo lo hizo para protegerlo-sonríe mostrando sus colmillos-entonces, quiero saber....-sus ojos rojizos se iluminan-¿Por qué llamó a un ángel de bajo rango para que le entregará a Dios su piedra poderosa?
¿Que?
-Espera, ese ángel...¿Era Lebroin?
Ella sonríe maliciosamente.
-Si me das tu alma podría responderte.
-Voy a carbonizar a ese bicho volador-amenaza mi Maestro.
Keyla se esconde detrás de mí haciendo unos pucheros, y Ludwing le sonríe.
-Si la metemos al horno serviría de comida-aconseja el chico ciego-aunque en una pequeña porción.
La demonia enojada le grita a Ludwing.
-¡Eres despreciable! ¡Me alegro que Asmodeo te haya dejado!
Veo que la única herramienta que puede usar para defenderse de Ludwing es el pasado que tuvo con Asmodeo.
-A ti también te dejó...
Ambos se quedan en silencio.
Sonrío amargamente.
Somos tres, nos abandonó a los tres.
-Si el Demonio se fue...eso significa que ya no tendrás que soportarlo-me dice mi Maestro entrecerrando sus ojos-¿No es una buena noticia para ti?
Agachó mi cabeza ocultando mi expresión sombría.
-Bebe-le miro, no soy un bebé-¿Te enamoraste de ese Demonio?
Mis lágrimas amenazan por salir, yo las limpio de inmediato.
-No-evito su mirada.
El suspira.
-¿Quieres que lo traiga?
Sus palabras me sorprenden, al fijarme en su rostro, con una sonrisa fingida y unos ojos fríos las alarmas de alerta en mi cabeza se encienden. El ambiente tranquilo se ha vuelto peligroso, tanto que Ludwing y Keyla han desaparecido de la habitación.
Tengo que decirle que no.
-¿Se puede?
¡Mi maldita boca!
El suelta una pequeña risa.
-Puedo hacer lo que mi bebé quiera.
Niego con mi cabeza.
-N..no, papá, no lo hagas. Si el quiere volver, lo hará. Y si no...supongo que tendré que sacarme este amor doloroso de mi pecho.
Todo se calma, mi Maestro me dice que repita como lo llame.
Que vergüenza.
-Me equivoqué, olvida mis palabras.
El me vuelve a molestar por un buen rato hasta dejarme en paz y volver al tema de conversación principal.
-¿Que quieres que haga cuando mueras?-me pregunta.
Siento mi cuerpo derecho y le explicó calmadamente.
-El día que muera, protege a la persona que me asesinó.
-Lavier.
-Aún no estoy seguro si será mi asesino, pero al que ví en mis recuerdos se que lo hizo bajo una manipulación. Padre, no, Maestro, tienes que protegerlo y cuando vuelva yo sabré que hacer con el.
-¿Cómo piensa volver mi bebé?
Es extraño que me llamé así, pero creo que me acostumbraré.
-Ludwing está preparando un tuvo de escape en caso de mi muerte. Su cuerpo tiene que estar reconstruido para que funcione, por lo que tendré que buscar su corazón.
Si esto funciona, y mi alma se va al cuerpo de Ludwing, puede que yo vuelva a la vida, igual que el sueño que tuve con Asmodeo cuando no me reconoció e intento ahorcarme.
-¿Hay alguna forma de traspasar mi alma al cuerpo de Ludwing?
El me muestra dos dedos. ¿Dos alternativas?
-Si Ludwing tiene su cuerpo listo antes de la fecha de tu muerte, es posible traspasar tu alma a otro cuerpo. Papá puede hacerlo.
Asiento con mi cabeza.
-¿Y la otra?
-Si mueres, y no alcanzo a atrapar tu alma, tendré que buscar ayuda en otra parte.
Creo saber cuál es esa "ayuda".
-No te pongas en peligro por mí-le advierto-o seguiré llamándote Maestro.
El sonríe.
-Mi discípulo es adorable.
Juego con mis manos, el lo nota, me pregunta la razón de mis nervios.
-Si llegó a morir...¿Crees que pueda recuperar mis recuerdos?
-¿Los recuerdos de cuando eras una piedra?
-Si.
Aquellos recuerdos, creo que serán una gran pieza para averiguar el orden de lo que ocurre.
Ahora mismo se que Muerte me tenía en sus manos, pero por alguna razón se deshizo de mí entregándome a Lebroin, un ángel de bajo rango, sin antes dejar un olor impregnado que me protege de los demás mounstros. Lebroin es el abuelo materno de Ludwing que intercambio la piedra por la seguridad de su hija. Y de las manos de Amelie llegó hasta las manos de Asmodeo, el cual me perdió en un incendio salvando a Ludwing...
Después de eso, Julia me encontró incrustado en una daga, y robó el artefacto de la iglesia, eso quiere decir que después del incendio la iglesia me tomó. ¿Pero como termine convirtiéndome en una daga? Además de que hayan dejado el alma de un humano dentro de una piedra celestial.
Mm...
Necesito averiguar que ocurrió después del incendio.
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El plan de escape del hermano menor
FantasyOlvídalo loco. No me quedaré a ser asesinado o a intentar cambiar al protagonista masculino. Así que... Cómo dice el corazón en la maleta. ¡Y yo me voy! ¡Adiós, me fuí! ¡Y no me importa! Quedense con el cliché de porquería que creé. Prefiero irme...