Chapter 95

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Valentine

Los recuerdos de como pase de las manos de Dios hasta ser "perdido" por el junto a mi hermano son vividos. 

El nunca nos perdió, solo nos lanzó a este mundo para usarlo de patio recreativo. Dios siempre supo la ubicación de donde nos dejó. Solo que no creyó que Muerte se llevará a una de las piedras y abandonará a otra.

Ahora me encuentro en las manos de Muerte vigilando la habitación de una mujer, en sus manos contiene a un bebé que acaricia sus cabellos.

Muerte quería salvar al bebé de esta mujer con mi ayuda, pero al parecer todo resultó bien sin mí presencia.

-Vámonos-le escucho decir al alejarse, yo me quedo viendo la ventana, un hombre de cabellos castaños claros casi rubios y ojos azules abrazaba a la mujer junto a su pequeño.

Sigo a Muerte al ver que charla conmigo, con la piedra que lleva en sus manos.

-¿Tienes miedo? ¿No quieres volver con tu creador?

El creador que dice es aquel hombre que nos dejó a la deriva como un experimento.

Libertad, es lo único que deseo.

-Yo tampoco quiero volver con el.

Los ojos grisientos oscuros reflejan soledad y tristeza.

La escena cambia a dónde Muerte me entrega a Lebroin diciendo que soy la  piedra poderosa de Dios, que tengo que ser entregada. El angel esperó a que Muerte se fuera para huir conmigo al mundo humano, el con lágrimas en sus ojos rogó por la salvación de su hija.

Amélie quien soltaba una risa pidió lo que el angel tenía en sus manos.

-Si te doy esto. ¿Dejarás a mi hija en paz?

-Por supuesto.

Lebroin dejo la piedra en las manos de la bruja, y Blake trajo al bebé, entregándole la vida de la pequeña en sus brazos.

Una vez que Lebroin se fue con la bebé, Amélie ordenó a Blake que la matará, el asintió con su cabeza, sin responder a las palabras de la bruja.

La bruja abrió un portal, diciendo que sería una buena idea ver la caída de Lebroin.

Como estoy en sus manos, viajaré con ella a donde sea, no me gusta ver la desgracia de otras personas, creo, que podría cerrar los ojos.

Podría hacerlo, mientras Flolix no esté en mi campo de visión.

-Te ruego que cuides a mi hija-los llantos del ángel eran fuertes-no importa lo que me ocurra, solo, pido que la cuides.

La bebé pasó a los brazos de Flolix.

-Lele...-una de las manos de Flolix tocó el rostro de Lebroin-puedo cuidarte Lele, yo... siempre te he amado. No luches solo Lele...

Un corto beso se dejó en los labios de Lele, el ángel lloro tapando sus ojos.

-¡¿Por qué?! ¡¿Por qué tenías que decirlo ahora...?! ¡Yo...yo también...!-sin acabar sus palabras en ángel huyo, y aunque Flolix lo buscará por todo el imperio no lo encontró.

Después de un tiempo Amélie encontró a Lebroin, dispuesto a matarlo con la guardia baja.

Pero antes de poder hacerlos dos angeles bajaron del cielo y se lo llevaron.

Es aquí donde Dios se da cuenta del robo de Lebroin.

Amélie y yo nos fuimos a una habitación lujosa de un palacio oculto en el bajo mundo, ella maquillándose y arreglando su vestuario me hace creer que irá a ver a Asmodeo.

Y tal como lo esperaba, Asmodeo estaba apoyado en una mesa, esperando la visita de Amélie.

-Amor...yo, yo lo tengo, tengo lo que tanto deseabas.

Me da rabia que lo llame así.

¿Quien se cree que es? Vieja estúpida.

Asmodeo con su perfecto traje de dos piezas azul marino, se arregla sus lentes rectangulares. La camisa ajustada y el cabello corto, lo hacen verse deslumbrante.

Quiero tocarlo.

-¿Tienes la piedra?

-Si-ella me muestra-aqui está, se ve normal, no puede igualarse a mí.

¿Disculpa?

¿Quieres que te diga quien es el que hace que tú supuesto hombre gima y gruña sin siquiera llegar a más?

Yo, mi amor, yo soy quien tiene a Asmodeo como suyo.

Tu no puedes igualarte a mí.

Amélie deja la piedra en las manos de mi demonio precioso. El me guarda en su bolsillo, y sus manos se quedan en la cintura de Amelie.

Yo veo esas manos peligrosas con fuego en mis ojos.

¡Quitalas! ¡Quitalas!

Ella acerca sus labios a la boca de Asmodeo.

No, no lo hagas, no le correspondas.

Tu...si lo haces...

Contrario a mis deseos Asmodeo corresponde su beso y la levanta dejándola sentada en la mesa que tienen atrás, las manos peligrosas viajan por el cuerpo de esta maldita bruja.

No quiero ver, quiero quitarme esta escena, creí que Asmodeo no quería nada con ella, y que no había tenido nada.

Toco mi corazón.

Siento un ardor doloroso en mi pecho.

Un humo azul sale del cuerpo de Asmodeo, se transforma en un tentáculo, Amélie sonríe, pensando en quien sabe que cosas.

Maldito demonio. ¿Acaso tu...?

Abro mis ojos sorprendidos, el tentáculo ha atravesado el corazón de Amelie.

Sonrío felizmente.

La mataste, lo hiciste para matarla.

Se que no debería estar feliz pero ella se lo buscó.

-¿Por...que?-la voz de Amelie es apenas audible.

¿Que haces? Asmodeo, mátala, no ves que sigue viva.

-Solo eres una muñeca.

¿Muñeca?

-Jamás me amaste.

-Nunca lo hice.

-¿Por eso...nunca me marcaste?

La sensación incomoda recorre mi pecho y atora mi garganta. La voz fría de Asmodeo suena por mis oídos.

-Si, nunca te marqué, por jamás te he amado, solo fuiste una buena muñeca, fácil de manipular.

Mientras Amélie moría al escuchar esas palabras yo me quemaba por dentro.

Puede...¿Que yo también sea un muñeco?

El plan de escape del hermano menorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora