Chapter 103

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Firmar, escribir, dibujar y dar discursos se han vuelto mi día a día. He arreglado los principales problemas con el tema de la pobreza y el mercado laboral.

Lavier se ha mantenido en silencio, sonriendo de oreja a oreja cada vez que me ve, y el llamarme tío se le ha hecho costumbre.

Victoria aún desconfía de mí, no puedo encontrar el momento ni las palabras para explicarle el suceso de cambio de cuerpo, también fui a buscar a Edward, lamentablemente no está en sus 5 sentidos, ni siquiera Lenox está a su lado.

Estiro mi cabeza hacia atrás, mirando el techo, la silla mantiene mi cuerpo rígido,  Flolix que lee el periódico no se ha apartado de mí desde aquella noche.

Estoy un poco cansado.

-¿Piensas en el rubio?

-No se cómo volver a Edward a la normalidad.

Cuando lo ví, sus ojos opacos, su apariencia demacrada y su voz ronca llamando mi nombre a lo lejos causaba una enorme tristeza en mi interior.

Mi débil asistente se volvió demente tras mi muerte.

-Dile que eres Valentine.

-Lo hice, pero aún así mi asistente actúa como un muerto viviente.

No sé que hacer, y Flolix no sirve como ayuda, se la pasa comiendo y alegando sobre la cría molesta que deje en el palacio.

-Tu no cuidas al niño. ¿Por qué es tu problema?

-¿Se te olvida quien eres y que cargo tenías antes de supuestamente morir?

Un príncipe heredero, hijo de la única princesa del imperio, dejando un bebé en sus brazos y muriendo en batalla.

El niño, que se podría creer que es mi hijo, es capaz de heredar el trono.

-¿Dónde conseguiste a ese bebé?

-La iglesia lo tenía cautivo.

Si le digo que es una quimera y el muy posible destructor del mundo es capaz de matarlo.

-¿Ha crecido bien?-no es como si me importara, pero tiene el corazón de Ludwing-¿Es un buen niño?

Flolix sonríe, su mirada se mantiene en un pájaro picoteando a sus aves fuera de la ventana.

-Es el mejor.

Sonrío inconscientemente.

-¿Que edad tiene?

-¿Unos 4 años?

Flolix se rasca su cabeza pensando en la edad del pequeño, por mi lado me quedo helado, tan paralizado al ver a Asmodeo afuera en el jardín.

-Yo...yo...iré a ver a Edward.

Camino hacia la puerta, el se cruza de brazos.

-¿Vas a ver al hombre de lentes?

Más bien, voy a huir de el.

-Ya vuelvo, viejo.

Y sin esperar alguna palabra de el, corro por el pasillo hasta entrar a la habitación que mantienen a Edward, el me mira extrañado.

-¿Usted otra vez?

Al menos ahora habla un poco más.

-Edward, necesito un asistente, escuché que haces un buen trabajo con esas manos y lengua.

Un rubor en sus mejillas se ocultan.

-Es igual...-susurra.

-Estaré un poco incapacitado un tiempo y necesito a alguien para revisar los documentos.

Le doy mi mano y el la toma, mientras caminamos devuelta a la oficina su agarre se suelta, le miro hacia atrás parando mi caminata.

-Asesiné a mi anterior jefe, con estas manos.

-¿Tienes miedo de hacer lo mismo conmigo?

-Lo siento, no creo que pueda ser...

-No eres un asesino, solo fuiste manipulado.

Le entrego una botella vacía.

-Llena el frasco con tu sangre si quieres romper la maldición.

Vuelvo a caminar hacia la oficina de Ulises, Flolix se ha ido, es un poco bueno, Edward necesita tranquilidad.

El chico de cabellos rubios lee los documentos, aunque sus ojos dorados están opacos, creo que con el tiempo volverá a recuperar su brillo.

Tengo curiosidad, de que ocurrió con Lenox.

-Llegará un sujeto de cabellos negros, el entregará un collar a Lavier, cuando lo tenga en sus manos, ve con el frasco hacia el.

-¿Quieres que vaya donde ese príncipe que me mantiene encerrado?

Solo es una medida de seguridad.

-Ese principe que finge ser mi hermano, se llevó a mi amante con solo unas palabras-Edward aprieta sus dientes-¿Y ahora tengo que confiar en el para eliminar está maldición?

Así que Lenox se fue después de hablar con Lavier, imagino que Lavier le contó como eliminar la maldición y Lenox fue en busca del collar al igual que Blake.

-Si.

-¿Por qué no puedes hacerlo tú?

-Es probable que para ese entonces mi cuerpo ya no resista.

Asmodeo ya me encontró, es cuestión de segundos, para que me arrastre a alguna habitación y seamos uno en la cama.

Quizás... no me deje ir fácilmente.

-Entonces, me despido-acaricio sus cabellos dorados-eres el mejor.

Sus ojos muestran un pequeño brillo, sonrío al pensar en todo el trabajo que ya no tengo que hacer, esos documentos estaban matando mi espalda.

Cierro la puerta dejando a Edward en el escritorio, una sombra tapa mi cuerpo, le doy un beso en su mejilla, los caballeros imperiales observan asombrados.

-Antes que me lleves, ven, te mostraré algo.

Asmodeo camina a mi lado, sus ojos azulados cada vez se ven más peligrosos.

-¿Que quieres mostrarme?-lame sus labios.

-Una tumba.

La tumba de Ludwing.

Mis palabras serias hacen que el deje a un lado su actitud juguetona.

-¿Arreglaste una tumba para el?

-Su alma descansó, al menos, merece una linda tumba.

Asmodeo crea un ramo de flores azules al llegar, dejándolas a un costado del nombre del difunto, la lápida blanca, adornada con flores de diferente colores y algunos materiales que usó Ludwing en su tiempo me hacen sentirme triste.

-Perdoné a Ulises.

-¿Perdonarlo es dejarlo ciego?-su pregunta contraataca mis palabras.

-Al menos no está muerto-susurro.

Asmodeo me abraza.

-No te sientas triste, Ludwing por fin encontró la paz.

Correspondo su abrazo, enterrando mi rostro en su pecho.

Si, Ludwing ya no está, el se fue para tener una mejor siguiente vida, espero que logre ser criado con amor y su vida esté rodeada de alegrías.

El plan de escape del hermano menorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora