Chapter 80

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Antes que el arzobispo se diera cuenta, su cuello y cabeza han sido separados por la espada de Xion. Ludwing se tapa los labios con sus manos temblando al ver la escena sangrienta.

-Lo...lo...

-¿No lo querías muerto?

-Pero...el...tiene que estar vivo para que puedas entrar...oh...-ludwing se tapa los ojos.

Lo siento, suelo ser inhumano a veces.

Chispeo mis dedos y el cuerpo desaparece junto a la sangre, convierto a Xion en el arzobispo y las memorias del arzobispo quedan grabadas en mi pequeño libro.

Agarro mi pecho para a toser, Xion me sujeta preocupado.

-Estoy bien.

-Te ves más pálido.

Evito sus ojos para ver la condición de Ludwing.

Aún sigue temblando un poco.

Bajo del carruaje mientras Xion me ayuda, el cochero me pregunta por mi guardaespaldas, y con pena le digo que tuvo un asunto urgente en casa por lo que bajo mientras el carruaje iba en movimiento.

El cochero creyó en mis palabras antes de dejarnos en la iglesia e irse.

Observó el alto lugar sagrado, construido con mármol blanco y finas estatuas de piedra.

-¿A qué Dios siguen?-pregunto.

-Ninguno-contesta Ludwing-no hay Dios, solo siguen a un demonio para quitarle el sello y que este mundo se convierta en un caos.

Ladeo mi cabeza.

-¿Pero han pasado siglos? ¿Cómo es que aún no liberan el sello?

-Las almas ofrecidas están, solo falta una-me mira-el de un Santo adulto.

Lo hubiesen logrado si mi Maestro no se hubiera llevado a Edward.

-¿Por qué volver el mundo en caos?

-Ellos quieren ser los nuevos santos.

Liberar a un Demonio, haría que la gente y los Emperadores busquen ayuda a la iglesia, lograrían, riqueza, poder y reputación.

Serían los grandiosos Héroes.

Que estupidez.

-Entremos.

Camino hacia la entrada, Xion me muestra el lugar gracias a las memorias del obispo, los siervos al ver mis ojos se arrodillan, alabando al Dios inexistente.

Un anciano de túnica blanca se me acerca, sonriendo de oreja a oreja.

-Santo, Santo...-sus palabras se detienen en su garganta al verme.

-Obispo-sonrío-es un placer conocerlo.

-¿No nos hemos visto antes?-pregunta con un ligero miedo.

-¿Me conoce?

El sacude su cabeza.

-No, me confundí de persona, lo lamento Santo.

Xion actúa como el arzobispo, dejándome en una habitación de descanso por el momento. Se lleva al obispo recordándome que tengo que hacer la prueba de mi poder divino en unas horas.

Al sentarme en la cama Ludwing aparece.

-Ahora que estamos solos, tienes que saber algo.

-¿De que hablas?

-Ve tu pecho, hay algo extraño, me siento molesto, como si dentro de ti, la piedra se moviera.

Abro los botones de mi cabeza hasta ver mi pecho por completo, en el lugar del corazón unas líneas finas y doradas lo rodean en círculo, algunas suben hasta mi cuello.

El plan de escape del hermano menorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora