Observo el paisaje a través de la ventana del carruaje, entramos hace poco al Imperio Rohliz. Lenox tuvo que ir al bosque de las penumbras, al parecer hay un problema con la entrada.
Edward se quiso quedar a mi lado mientras viajo a este lugar desconocido.
Ulises volvió a Russewell, aún me pregunto que quería decirme. Flolix desapareció luego de despedirse.
Y Asmodeo...se fue.
Veo a la gente curiosa reunirse, algunos siguen comprando en la feria y yo dejo mis ojos del color rojizo.
Un consejo que me dió Flolix.
"Deja tu color de ojos verdaderos, nadie te molestará"
Esperemos que sea así, abuelo.
-Maestro de la torre. ¿Cómo debería llamarlo ahora?
Sacudo el cabello de mi asistente.
-Su alteza, ese término es adecuado.
Edward sonríe, avisándome que Lenox entró al bosque de las penumbras, y que vendrían a visitarme en la noche.
Mi asesina y mi villano favorito.
Es una buena dupla.
El Marqués debe estar preocupado por sus hijos.
Oculto mi rostro más de lo que está en la capucha, abro la puerta del carruaje cuando esté ha parado y el chófer me hace una reverencia pidiéndome perdón por lo lento que fue.
Olvidé que ellos suelen abrir.
Mi asistente baja negando con su cabeza.
-Su alteza, tendrá que aprender el reglamento de un príncipe.
-Lo pensaré-respondo.
La gente de la capital se tapa la boca, algunos abren sus ojos a par.
-¿Y el Emperador?
-¿No escuchaste el rumor? Dicen que murió.
-¿La persona encapuchada es el nombrado príncipe heredero?
-¿Cómo lo conoció el Emperador?
Muchas preguntas...mucha gente...me marea.
Las puertas del palacio imperial se abren y una hermosa mujer aparece con sus subordinados. Su cabello negro cae por sus hombros hasta su cintura y los ojos rojos apresurados se detienen en mí.
Julia.
El vestido negro cae hasta sus pies y el adorno morado en su cabello resalta por sobre todos.
-Madre-digo-tu hijo ha vuelto.
Quito la capucha mostrando mi cabello blanco reluciente y los ojos rojizos parecidos a los de Flolix.
Oh Valentine, debo estar agradecido por crearte con esta apariencia.
Abro mis brazos.
-¿No me extrañaste?-pregunto con burla.
Los murmullos de las personas y de los subordinados se escuchan a nuestro alrededor. Julia aprieta sus dientes, y con su mirada molesta los hace callar.
-Tu, no eres mi hijo.
La respuesta fría congela mi corazón.
Es cruel.
Me alegro de haber estado preparado para esas palabras. Supongo que no compartimos esa relación de madre e hijo.
Y que bueno, que sea así.
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El plan de escape del hermano menor
FantasyOlvídalo loco. No me quedaré a ser asesinado o a intentar cambiar al protagonista masculino. Así que... Cómo dice el corazón en la maleta. ¡Y yo me voy! ¡Adiós, me fuí! ¡Y no me importa! Quedense con el cliché de porquería que creé. Prefiero irme...