Chapter 104

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Entramos a una habitación vacía, sin caballeros alrededor, y un poco lejos del palacio principal. Este palacio le pertenecía a la madre de Ludwing.

-Oye...-comienzo a decir, da un poco de miedo estar a solas con el-puedes decirme...¿Cuánto mide?

¿No es mejor estar preparado?

Asmodeo se relame los labios, un colmillo se asoma por sus dientes, sus manos abren el cierre de su pantalón, dejando el bulto gigante a la vista, el baja su boxer, y la cosa monstruosa se erecta en mi dirección, el color rosa me hace agua la boca.

Trago evitando mirar al gran, grande amigo mio.

-¿Quieres saber cuánto mide?

Por favor responde una medida normal.

-42 centímetros.

Jajaja...suelto una risa, calmando al pequeño yo asustado en el interior.

-¿Quieres destrozarme? ¿Crees que esté culo virgen es capaz de soportar?

Asmodeo toca sus comisuras.

-¿Puedo usar la punta?-pregunta.

Mis ojos vuelven a mirar al monstruo.

-¿No puedes... bajarle los centímetros?

-Puedo subirlos.

No sirve.

-Olvidalo, déjalo en 42.

Creo que podré soportarlo.

Camino por su lado entrando al baño, antes de cerrar la puerta le digo que me ducharé.

Mientras enjabono el delgado y blanco cuerpo me miro asustado en mi reflejo, no lo voy a negar, está no es mi primera vez, tuve muchos novios en mi antiguo mundo, claro que sus niveles de pene eran menos de 20 centímetros, pero al menos no lucia así de asustado.

Recuerdo que mi primera vez dolió mucho, el tipo no era tan malo, esperó a que me sintiera cómodo para continuar. 

Después de esa noche me fue infiel a la semana.

-Yo y mi mala suerte...

Me pregunto si Asmodeo será del tipo gentil, o si será duro conmigo.

-Quiero que me duro....-muevo mi cabeza borrando mis deseos lujuriosos-no, no lo soportaras.

Salgo de la ducha con una bata, Asmodeo dice que también se duchara y que me coloque la cinta en mis ojos, se va sin antes darme un beso en la frente.

Creo un cuaderno y un lápiz, escribiendo la palabra condones XXXXL. Y cientos de lubricantes.

-No creo que los rompa...¿Verdad?

Miro la cinta negra a mi lado, la coloco en mis ojos preguntándome si será algún tipo de fetiche.

Asmodeo sale con una bata, bajo ella está su cuerpo desnudo, camina a pasos lentos, desabrochando el nudo en su cintura, sus ojos azulados sin sus lentes al rededor me miran fijamente, los mechones de cabellos mojados hacen que las gotas caigan por su torso. Sujeto las mantas, enterrando mis uñas, y tragando seco.

Nuestras respiración es lo único que se escucha en esta habitación.

-Pon... ponte esto-le muestro el condón-si no sabes yo puedo...

Diablos, estoy sudando, ni siquiera se lo que digo.

El se ríe, despeinando su cabello azul marino.

-¿Nervioso, autor sucio?

Si, lo estoy.

-No empezaré de esa forma, quiero que disfrutes cada momento, cada toque y cada detalle.

El se arrodilla, su grande mano toma mis pies, besando cada uno de mis dedos, luego su beso continúa por mi pierna hasta llegar a mis muslos.

-Observa bien, te enseñaré a hacerlo.

Lo dice como si fuera un inexperto.

-No es mi primera vez-le contradigo-no soy tan estúpido.

El brillo de Asmodeo en sus ojos cambia a uno rojizo sangriento.

Mierda.

Creo que la cage.

Con un solo tirón rompe mi bata de baño, dejando a la luz mi cuerpo expuesto, intento cerrar las piernas, pero sus manos las abren, sostengo sus cabellos al ver su boca cerca de mi miembro.

-Espera...no estoy listo.

¡Maldición! ¿Por qué te acobardas?

-Tu cuerpo no dice lo mismo, Valentine.

El aire de sus palabras rozan mi pene, causando un pequeño placer incluso antes que me toque.

Ah...

-No cierres los ojos, observa bien, a la única persona que tendrá a acceso a tu cuerpo.

A pesar de que la cinta oculta mis ojos, el sabe si los tengo abiertos o no, es increíble.

Asmodeo deja caer su saliva a la punta de mi miembro erecto, y un escalofrío recorre mi columna.

Cuando la lengua de Asmodeo toca, y sus labios chupetean mi pene no puedo evitar sonrojarme. Su principio es lento, pero certero, y de a poco su boca se apodera completamente de mi miembro, mis manos se agarran de su cabello mientras mis labios sueltan gemidos de placer.

Asmodeo me mira de reojo excitado.

Siento un pellizco en mi muslo, los dedos de Asmodeo vuelven a pellizcar mi cuerpo, quizás, para llamar la atención.

-Mmh...¿Que...?...ah...

Cuando lo miro su dedo peligroso acaricia mi parte oculta.

Una electricidad me hace entrar en razón, y con mi mano tapo mi boca, el gemido es más fuerte al sentir una doble sensación de satisfacción.

La corriente blanca no tarda en salir y en acabar en la boca del culpable, le pido perdón, jamás había llenado la boca con semen a alguna persona.

-Rico-susurra después de tragarselo.

Sus dientes filosos muerden mi muslo izquierdo, me hace soltar un grito de dolor.

-Lubri...cante....

Le menciono el lubricante que está en la mesilla, ya ha metido tres dedos, pero no creo que mi amigo el rosadin quepa por ese orificio.

Asmodeo saca sus dedos de mi interior y va en busca del lubricante y los condones.

El vacía el lubricante dentro de mí, y sus manos acomodan el condón en su miembro mounstroso.

-Se rompió-esas palabras llaman mi atención-Valentine, son muy chicos.

Palidezco.

-Espera, yo, déjame ir por la libreta...

Creare unos más grandes, o este tipo causará mi muerte.

-No, solo, abre bien las piernas.

El plan de escape del hermano menorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora