Chapter 96

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Después de asesinar a Amélie Asmodeo sacó la piedra en su bolsillo y la miro un buen rato, la pequeña piedra temblaba.

Yo temblaba.

Los pensamientos que no deseaba inundaban mi mente, y las preguntas sin respuestas se presentaban una y otra vez.

¿Asmodeo realmente me amó?

No lo sé.

-¿Miedo? No debes tenerlo, soy un buen tipo, piedra preciosa.

Las palabras limpias calmaban a la piedra temerosa, yo también quería calmarme, pero no era posible.

Con Asmodeo viajé por todo este vasto mundo, conocimos partes nunca pisadas, mares, montañas, y pueblos ocultos.

Un día soleado, el estaba acostado encima de una rama y la piedra encima de su pecho.

Ambos dormían hasta que sintieron el ruido de un chico caer.

A mi lado, Ludwing había caído al suelo, buscando su bastón de madera. Asmodeo lo miró de reojo, sin moverse para ayudarlo.

Ludwing termino encontrando el bastón por si solo, se levantó cojeando, tenía una pequeña herida en el tobillo, la sangre seca demostraba que no había sido reciente.

¿Quien lo lastimó?

Asmodeo guardó la piedra en su bolsillo y bajó en frente de Ludwing, el niño de tan solo 14 años dejó de caminar, tocando lo que tenía al frente.

-¿Azul?-se preguntó.

La mano de Ludwing termino en el abdomen se Asmodeo.

-¿Eres ciego?-preguntó el Demonio.

Ludwing trae una cinta morada alrededor de sus ojos, el cabello negro corto tapa un poco la cinta.

-¿No me ves? Es como obvio que estoy ciego.

Vaya, su actitud es horrible.

Asmodeo sonríe siniestramente.

-¿Sabes nadar?

Oh, no.

Recuerdo que Ludwing le dijo que lo tiró a un lago llamándolo torpe.

-No, no se nadar. Hazte a un lado, déjame en paz.

-Torpe.

El bastón intentó golpear el pie de Asmodeo, el demonio levantó a Ludwing de sus ropas y lo lanzó al lago sin piedad.

Asmodeo se acercó al lago esperando que Ludwing saliera, después de varios minutos se dió cuenta que lo que había contestado el chico era verdad.

-¿Realmente no sabe nadar?

Con su magia Asmodeo levantó al chico, sacándolo del lago. Ludwing tosió, votando el agua atorada en su garganta.

-Hey, creí que estabas mintiendo-la mano de Asmodeo se dirigió a la espalda del chico para calmarlo.

En respuesta, Ludwing la golpeó.

Me encanta, golpealo más.

-¿Quién eres? ¿Quién te envío?

-No me ha enviado nadie.

-Intentaste matarme. ¿Quien fue? ¿El Duque Greir? ¿El Marqués Johan? ¿O el Cardenal Ryan?

-Niño escucha, no conozco a esos tipos, nuestro encuentro fue de pura casualidad, yo estaba acostado durmiendo en mi rama antes de ser interrumpido por tí.

Ludwing apretó sus dientes.

-Eres un canalla.

El chico se levantó con el bastón y camino cojeando por dónde había venido.

-Hey. ¿Canalla? ¡Oye! Mocoso. ¿A dónde vas?

Con el tiempo Ludwing se dió cuenta que Asmodeo no era un asesino enviado para matarlo. Ni tenía relación con la aristocracia o con la iglesia. 

Y los años pasaron haciéndose ambos más cercanos, Ludwing que conoció a Asmodeo cuando era niño ya era un hombre cuando su padre falleció y tomó el trono.

Pero...¿Qué es esta situación?

Me quedo a un lado, mirando la cercanía de los dos. Ludwing se aferra a Asmodeo, pero el Demonio solo lo mira fríamente.

-¿No puedes aceptarlo?-a través de la cinta caían unas lágrimas.

-Eres un niño.

-¡No lo soy! ¡Ya no soy un niño! He crecido...

Asmodeo acercó su distancia y beso a Ludwing, después con crueldad preguntó si estaba bien así, y que si es eso lo que tanto quería.

-Yo...yo...

-No me gustas.

Cómo si fuera un rayo, esas palabras frías aterrizaron en Ludwing dejándolo llorar en silencio.

-¿Por qué me rechazas?

-Me gusta más la piedra que traigo en el bolsillo.

Carraspeo alejando las palabras que dijo.

-Esa piedra no te dará nada...

-Ludwing.

-Tengo un Reino, si lo quieres te lo daré, tienes mi corazón lleno de poder divino. Dime lo que desees y te lo entregaré.

Asmodeo sujetó el rostro de Ludwing, limpiando las lágrimas y quitando la cinta en sus ojos, el color de la galaxia púrpura estaba grabado en ellos, era una vista espectacular.

-¿Quieres mis ojos?-pregunto Ludwing sacando un cuchillo de las ropas de Asmodeo-¡Te los daré!

El demonio detuvo la mano de Ludwing que apuntaban sus ojos, alejó el cuchillo lejos. Ludwing tropezó y cayó hacia atrás, Asmodeo cayó encima de el sosteniendo ambas manos.

-¡¿Qué haces?! ¡Suéltame! ¡Asmodeo suéltame!

Yo también quiero saber que hace, su poder se ha vuelto a encender como aquella vez que asesinó a Amélie, pero está vez es diferente, cientos de polvos azules marinos se dirigen a los ojos de Ludwing.

-¡No! ¡Duele! ¡Asmodeo duele!

-Haz silencio.

-¡Me duele!

Cuando los polvos desaparecieron Ludwing gritó más fuerte, decía que sus ojos quemaban.

Asmodeo sujetó la mano de Ludwing atrayendolo a una sombra.

-Abre.

-No...duele... la luz...

¿Puede ser que Asmodeo arregló la ceguera de Ludwing?

-Mírame.

A pesar del dolor, Ludwing abrió sus ojos y observo a Asmodeo con dificultad.

-Quiero que veas y recuerdes el rostro de las personas. 

Los ojos de galaxia eran iguales aún con ver, y cuando se sintieron llamados lejanos Asmodeo se fue, dejando al joven Ludwing arrodillado en el piso, tocando sus párpados.

-¡Su majestad!-gritó el Obispo.

El Cardenal Ryan miro todos los lugares intentando buscarnos, Asmodeo se ocultaba mirándolos de lejos.

Ludwing abrio sus ojos grabándose los rostros de las personas presentes.

Ahora entiendo porqué Ludwing los reconoció de inmediato y me dijo quienes eran los culpables.

-¿Se encuentra bien?-pregunta el dragón verde.

-Fuí atacado. Volvamos al palacio.

Aunque pidieron más detalles Ludwing no los dió.

Me quedé en el bosque observando la lejania de Ludwing, y con el pasar del tiempo el mensaje de auxilio llegó. Ludwing estaba atrapado entre las llamas de una posada.

¿Es aquí...dónde me pierdes?

El plan de escape del hermano menorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora