VIEJOS AMIGOS

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Conduje sin rumbo por largo rato, de pronto me detuve frente a un parque donde la gente solía trotar y ejercitarse

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Conduje sin rumbo por largo rato, de pronto me detuve frente a un parque donde la gente solía trotar y ejercitarse. Ni siquiera hice ademán de bajarme del auto. Solo permanecí allí sentada tras el volante viendo a la gente ir y venir. Algunos con sus mascotas otros con sus parejas. Lágrimas comenzaron a descender y con estas la barricada que había creado en un intento de verme fuerte, de hacerle creer al mundo que ya nada podía lastimarme y que era indiferente a cualquier sentimiento. Todo eso era tan solo una actuación.

Realmente me sentía vulnerable. Creí que podría manejar lo que fuera que Ethan quisiera de mi pero no era cierto. Yo simplemente ya me había involucrado y me dolía, no sólo él. Me dolía a mi misma, siempre intentando protegerme y huir de cualquier pretensión y había cedido ante él tan fácilmente aún sin saber si esa era su cotidianidad.

No podía culparlo ni esperar a que cambiase su vida y rutinas por mi. No me había prometido amor eterno ni mucho menos. Habíamos sido solo dos adultos tomando la decisión de tener sexo, sin que esto afectara nuestros futuros pero aun así dolía.

Dolía saber que para él podría solo significar una aventura más de sus viajes cuando su perspicaz e hipnotizante mirada se había convertido en la esperanza de mis mañanas. Por primera vez en mucho tiempo decidí darle entrada en mi vida a alguien y no podía decir que me había equivocado porque él era sensacional pero no esperé nunca que solo fuese algo tan momentáneo.

Tenía ganas de conocerle completamente, qué me contara sobre él, quería saber sus inquietudes, sus fortalezas y miedos. Lo que lo hacía reír y lo que no le gustaba. Quería tener la oportunidad de entrar en su vida pero esa nunca fue una opción. Nunca tuve realmente la oportunidad de llegar a conocerlo más allá del sexo.

Lloré desilusionada y me reconforté sabiendo que al menos tuve esos excitantes momentos con él. Que quizás me recordaría y sonreiría con anhelo. Solo a eso me aferré antes de derramar la última lágrima.

Encendí mi auto y está vez no me detuve hasta llegar al colegio de mi hijo. Llamé a Ghail para pedirle que me cubriera porque no tenia ánimos de ir a trabajar. Me hizo mil preguntas como de costumbre pero le pedí que lo habláramos luego, no estaba preparada para decírselo. Ella notó en seguida que algo iba mal y me pidió que en cuanto pudiera la llamara y que no había problema en que ella cubriera mi turno.

—¡Mami!—gritó Nate al verme fuera de la escuela esperando por él. Corrió hacía mí y me rodeó en un segundo.

—¡Hola corazoncito! ¿Qué tal la escuela?—inquirí abriéndole la puerta trasera del auto.

—Muy bien. Fue día de cine y ¡¿A que no te imaginas lo que hemos visto?!—preguntó emocionado.

—A ver... ¿Qué podría ser?—dude mirando su cara de efusividad por el retrovisor.

—¡Los Powerrangers mamá! Ha sido genial.—soltó en medio de un grito de jubiló.

—¿En serio? Vaya eso es estupendo—dije contagiada por su felicidad.

TERCER ENCUENTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora