OCTAVA MARAVILLA

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El extraordinario show de fuegos artificiales había terminado, y pese a que aún la feria tenia vida propia habíamos decidido volver

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El extraordinario show de fuegos artificiales había terminado, y pese a que aún la feria tenia vida propia habíamos decidido volver. Nate estaba exhausto y no paró de bostezar en todo el camino al auto.

—¡Los fuegos artificiales estuvieron geniales! Fue asombroso, gracias por traernos.—dijo frotándose los ojos y yo no pude evitar buscar los ojos de Ethan y sonreír.

—Sí que lo fueron. Me alegra mucho que lo hayas disfrutado.—expresó Ethan abriéndonos las puertas del auto.—¿Te ha gustado a tí?—consultó mirándome curioso.

—¡Estoy simplemente maravillada! Eso ha sido lo más hermoso que he visto pero como no me dejas agradecerte, entonces tomo tu consejo y solo disfruto.—puso los ojos en blanco.

Nate ya se encontraba dentro del auto más dormido que despierto y ambos cerramos la puerta. Ethan se posó muy cerca de mí, tanto que me tomó por sorpresa.

—Hay mil maneras en las que podrías agradecerme sin tener que decir "gracias."—declaró casi susurrando en mis labios, suspiré sintiendo su aliento tan cerca.—Sube.—pidió y asentí haciendo lo que me decía. Cerro la puerta y comenzó a andar para abordar el auto.

—Odio que digas "gracias" April, elimina esa palabra de tu vocabulario.—exigió mientras encendía el auto y se terminaba de colocar el cinturón de seguridad, dejándome impactada.

—¿Estás hablando en serio?—cuestioné sin creerme lo que había dicho.

—Muy en serio. No tienes que andar por la vida dando gracias a todo el que se te crucé.—declaró en calma. Me giré para comprobar a Nate quién yacía dormido con todo el cuerpo sobre el asiento trasero. Ethan abrió la guantera y me entregó una manta, lo cubrí con ella y volví a enderezarme en el asiento.

—Creo que cuando las personas prestan un servicio o hacen cosas tan lindas como las que tú has hecho por nosotros merecen al menos un simple "gracias."—defendí mi punto sin dejar de mirarle y él negó con la cabeza.

—La gente que presta un servicio recibe una paga por ello, y yo he hecho sólo lo que he querido hacer, entonces no hay nada que agradecer.—resolvió encogiéndose de hombros. Parecía irreal que después de haber sido tan atento y generoso pensara así.

—Puede que entienda tu filosofía pero no la comparto. La palabra "gracias" me parece una de las más hermosas que puede existir.—continúe dando razones.

—No quiero entrar en contienda contigo, April, sólo no la uses conmigo ¿De acuerdo?—puntualizó.

—No dañemos la noche después de haberla pasado tan bien, así que de acuerdo, no te diré nunca más esa palabra indeseada y ofensiva.—bromeé un poco para aliviar cualquier tensión que hubiese surgido. Él sólo me contempló y me mostró una diminuta sonrisa.

El silencio entre ambos nunca era incómodo al contrario me gustaba contemplarle, me fijé en su forma de conducir, siempre precavido, en sus facciones, en ese aroma embriagante que con cada movimiento desprendía. Está noche quedaría marcada en mi corazón para siempre. Aunque se empeñara en mostrar algo distinto, él tenía un corazón gigante y bondadoso. Quería perpetuar ese momento a su lado, de fondo muy suave Rihanna nos cantaba "Diamonds" y yo comencé a entonarla muy bajito también.

—Te sabes muchas canciones.—afirmó dedicándome una fugaz mirada.

—No te imaginas cuántas.—confesé recostando mi cabeza.—¿Te resulta incómodo?—levanté mi cabeza de nuevo, realmente no me había detenido a pensar en sí eso le molestaba.

—En lo absoluto. Me gusta que lo hagas. Quiero que siempre tengas la confianza de expresarte y ser libre a mi lado.—¡Oh mi corazón se estrujó dentro de mi! Me sonrojé.

—Siempre y cuando no diga "Gracias."—pensé en voz alta. Mierda. Él me aprehendió con una mirada concienzuda.—En ocasiones también soy imprudente. Lo siento.

—No sabes lo que daría por castigar esa boca imprudente.—soltó sin preámbulo alguno acalorándome y sentí como me humedecía rápidamente. Estaba tan deseosa de él desde hace tanto que ya causaba dolor.

Toqué su brazo y comencé a acariciarlo despacio él exhaló fuerte y noté el bulto en su entrepierna que parecía palpitar al igual que mi vagina.

Mis caricias llegaron a su pierna derecha y él tomó mi mano sin previo aviso y la colocó sobre su erección.

—Ha estado así de dura desde que te vi hoy.—apreté suave muy ansiosa, el profirió un gemido casi inaudible. Hacía mucho que deseaba tocarlo y sentirlo y al fin podía sentirle aunque fuese así, quise pedirle que se detuviera y me tomara sobre el capó del auto, me sentí desvariar con las ganas incrementando cada vez más.—Te deseo tanto, April.—tomó mi mano y la beso para luego entrelazar sus dedos con los míos y dejar caer ambas manos en su regazo.

Ese simple pero poderoso gesto me hizo entender que no necesitábamos palabras para expresar lo que sentíamos, que quizá costaba asumirlo en voz alta y era mas sencillo decirlo con besos, caricias y acciones bonitas por el otro. No se trataba sólo del arrebatador deseo carnal que ambos teníamos por el otro. Él era mi octava maravilla y deseaba tanto que noches como la de ayer o está no se terminasen nunca. Nada era tan perfecto como los momentos juntos.

Llegamos a mi edificio y aparcó el auto en el estacionamiento. Nos bajamos y tomó a Nate que parecía desmayado en brazos cargándolo, me dirigí rápidamente al ascensor y enseguida se abrió, al estar en el departamento me apresuré a la habitación de Nate y saque las cobijas, él lo acostó y yo le quité los zapatos y abrigo con mucho cuidado, le cubrí con una manta y encendí su lámpara, apagué la luz y salimos en silencio de la habitación.

Apenas cerré la puerta él me atrapó poniéndome contra la pared en el pasillo se pegó a mi y tomando mi rostro entre sus manos me besó con urgencia. Saboreé sus labios y succione su lengua mientras él batallaba con mi lengua. Chupó mis labios y solté un gemido en su boca y su mano voló hacía mi nuca profundizando más el beso, luego comenzó a bajar por mi clavícula dejando besos y lamidas. Mi corazón estaba descontrolado y mi respiración se aceleraba, mi piel estaba encendida al recibir su tacto, me aferré a su cabello y el volvió a mi boca, nos besábamos con una intensidad y pasión que no podía ser normal. Lo que sentía era tan potente que anulaba el resto de mis sentidos, solo existía mi boca entrelazada con la suya. Nos separamos para tomar aire y sus ojos azules se clavaron en los míos tornándose oscuros.

—Necesito follarte, April, aquí y ahora.—declaró impaciente y con mirada ansiosa encendiendo todas mis alarmas. La tensión en el ambiente era completamente palpable.

—Y yo necesito sentir como te deshaces de mi ropa y me desnudas para tí...

TERCER ENCUENTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora