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El sol brillaba radiante en el cielo de Seattle

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El sol brillaba radiante en el cielo de Seattle. Aterrizamos alrededor de las once de la mañana y luego de dejar mi equipaje en casa, Ethan me llevó directo al departamento de Sam para luego irse a su oficina. El viaje de vuelta no había sido el más ameno por la intranquilidad que nos causó el hecho de que no acepté su propuesta de vivir juntos, al menos no por ahora.

Ver a Nate luego de cinco días de haber estado sin él, me había comprimido el corazón. Parecía estar más alto y apuesto, aunque ahora llevaba un corte de cabello muy similar al de Sam por no decir que era el mismo, cuando hice mención sobre ello, mi hermano acotó "Ahora si es un verdadero y atractivo Andueza." Rodé mis ojos ante su tonto comentario, Nate estuvo feliz con todos los obsequios e incluso Sam se puso como niño chiquito con su camiseta del Real Madrid.

Almorzamos juntos mientras respondía las inquietas preguntas de Nate sobre el viaje. Luego fue mi turno y me avasalló con todas las increíbles experiencias que había vivido con su tío y Mariam, empezando por el "Tour Hot Dogs." Durante esos cinco días se habían dedicado a visitar los pueblos más cercanos en busca de sabores "Trascendentales." Reí ante sus ocurrencias y vaya que se escuchaba a que lo habían disfrutado.

—¿Y qué tal es la gran familia?—curioseo mientras limpiábamos su desastre en la cocina y Nate armaba un rompecabezas en la estancia.

—Genial, muy hospitalarios.—mentí desganada.

—¿Apestan, cierto?

—Solo un poco.

—Leí sobre ellos en internet enana, y vaya que historias tan turbias.—fruncí el seño, una novedad.

—Primera ley de cotillero; no creas todo lo que dicen en internet.—advertí sonriendo.

—Si, claro ¡Venga! Cuando el río suena es porque piedras trae.

—Ya hasta hablas como una abuela supersticiosa.

—¿Sabías que Ethan es ocho veces más rico que muchos países?—¿Qué?

—¿De qué hablas?—cuestioné.

—Nunca te enteras de nada.—sacudió la cabeza.

—Es que ese no es mi asunto.—declaré sin entender a donde quería llegar.

—April, entiende que es alguien muy poderoso e importante... si algo sale mal, la prensa te destruirá.

—¿Y por qué habría de salir mal?—lo observé fijamente, ¿Por qué tenía que esperar lo peor?

—No lo sé. Dime algo ¿Ya oficializaron?—preguntó encogiéndose de hombros.

—Si, Sam. ¿Esperas que hable contigo y pida tu bendición?—inquirí enarcando una ceja.

—¿Y cuando hablaras con Nate?—obvió mi pregunta.

—Sam, lo haré. Deja de presionarme.

—No lo hago. Sólo creo que Nate, tiene derecho a saber porque el señor Montes de Occa frecuenta tanto su casa.

TERCER ENCUENTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora