PLAY BOY

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Me vestí lo más rápido que el desconcierto me permitió

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Me vestí lo más rápido que el desconcierto me permitió.

No pensé, simplemente algo en mi se había roto, de nuevo...

Sólo sentía las ganas inmensas de salir corriendo de ese lugar y nunca más volver. Ethan había hecho de mí lo que se lo vino en gana, un objeto sexual que manipuló a su antojo. Lágrimas ardientes bajaron por mis mejillas porque aunque me doliera reconocerlo; todo era mi culpa, yo había permitido que un completo desconocido con un par de palabras me tuviese a su merced.

Salí de esa oficina sintiéndome un completo desastre y con la certeza de que jamás permitiría que nadie me volviera a humillar de esa forma. Ethan Montes de Occa podía irse a la mierda.

—¡April!—llamó Ghail a mi espalda mientras entraba directo al depósito a pagar mi frustración con el arreglo... con el estúpido arreglo floral y su mentirosa dedicatoria.

—Ahora no Ghail.—espeté entre dientes.

Azoté la puerta del depósito y fuí directo al escritorio y allí estaba...

Lo levanté y sostuve entre mis manos un par de segundos y sin dudarlo lo estrellé contra el piso, quebrándose la base de vidrio y desparramándose echo añicos junto con los claveles y las orquídeas en el suelo.

—¡Eres un imbécil Ethan pero ¿Cómo no me di cuenta? Eres un maldito narcicista!—le grité al suelo encolerizada y llorando pero esta vez de ira contenida.

Luego recordé que la estúpida dedicatoria estaba en mi monedero y la saqué volviéndola trizas con toda mi decepción fluyendo.

—Jamás volverás a tratarme de esa forma Ethan. Jamás volverás a ponerme un dedo encima...—jadeé mientras las lágrimas salían sin previo aviso.

—Hey...—dijeron trás de mí mientras pisaba lo que había quedado del arreglo.

—¡Basta April!—determinó otra voz abrazándome para darme consuelo y lo solté todo, comencé a sollozar como una niña.

—Shhh está bien cariño, está bien.—me repetía Petter una y otra vez acariciando mi cabello.

Me aferré a sus brazos dejando que mis lágrimas fluyeran para drenar mi alma. Me costaba respirar pero me daba igual solo quería sacar ese dolor que me comía por dentro.

Petter esperó pacientemente a que mis sollozos calmaran y me llevó tras del escritorio donde habían un par de sillas, me sentó en una de ellas, él salió solo un momento y volvió con un vaso y al dármelo verifique que era agua endulzada.

—Bébela toda cariño.—pidió observándome fijamente mientras la vergüenza comenzaba a fluir por mi cuerpo conforme la glucosa hacia su trabajo.

Luego de hacerle caso a mi amigo y beberme todo el agua endulzada supe que venía algo desagradable, hablar de lo sucedido. En serio era lo que menos quería. A nuestra pequeña reunión se había unido Ghail y me miraba inquisidora. Trágame tierra.

Genial, el día no podía ir peor.

TERCER ENCUENTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora