CONSECUENCIAS

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Recibí el alta varios días despues, regresar a casa debió sentirse bien, sin embargo era como si todo en mi vida se hubiese desmoronado

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Recibí el alta varios días despues, regresar a casa debió sentirse bien, sin embargo era como si todo en mi vida se hubiese desmoronado. Al principio, pensé que solo sería un período de recuperación y que de alguna manera, a través de la terapia física, volvería a ser yo misma. Pero, eso no fue lo que sucedió.

Conforme continuaba con el tratamiento, era cada vez más difícil hacer que mi corazón se rearmara también. Ethan no fue nunca a visitarme al hospital y aunque mi corazón añoraba verlo y que viniese a acompañarme durante las terapias de rehabilitación, fueron los chicos quiénes estuvieron ahí para mí, haciendo los ejercicios conmigo y manteniéndose a mi lado cada vez que sentía que mi mundo se caía a pedazos.

Sam y Logan eran los que más me hacían compañía, habían interrumpido sus rutinas diarias para poder acompañarme en cada paso de la terapia física. Mi cuerpo se iba recuperando satisfactoriamente, los hematomas iban desapareciendo e iba tomando fuerzas de nuevo, pero mi corazón estaba hecho polvo.

Cada día que pasaba, me sentía un poco más fuerte físicamente. Podía caminar por mi cuenta sin temor a caerme, e incluso comenzaba a ver un atisbo de color en mis mejillas una vez más. Pero permanecía sin vida ni alegría.

Sam y Mariam habían propuesto quedarse con Nate el tiempo que demorase en recuperarme totalmente, o al menos hasta que los hematomas desaparecieran de mi cara y pudiese caminar con normalidad, y en el fondo agradecía que así fuese habría odiado que me viera en ese estado, aunque sin él la casa era tan silenciosa y vacía que parecía un sarcófago donde me encerraba y aferraba al dolor.

Logan intentaba animarme con conversaciones, con sus historias de vida cotidiana, pero yo solo era capaz de responder con monosílabos. Mis días estaban llenos de tristeza y mis noches estaban llenas de angustia y llamadas que Ethan no contestaba.

Durante ese tiempo, mi rutina era extenuante, nunca había hecho tanto ejercicio en mi vida y con el pasar del tiempo sentía que lo necesitaba, me gustaba lo agotada que quedaba al terminar y así podía evitarme mirar fijamente al techo durante el día, todo parecía tan gris. Las palabras que había intercambiado con Ethan antes de la tragedia se arremolinaban en mi mente como abejas enloquecidas, era un dolor constante, una herida que se negaba a cicatrizar.

Llegó el día en que simplemente no pude soportar más el peso de mi dolor en silencio. Me levanté de la cama, me limpié la cara y cepillé mis cabellos enredados que estaban pegados a mi rostro por las lágrimas. Me vestí, tomé mi bolso y una fuerte bocanada de aire... era tiempo de enfrentar a Ethan.

Mientras recorría la ciudad en vía a su departamento, mi corazón latía tan fuerte que sentía que mi pecho se rompía. El miedo seguía acechando en las sombras de mi mente, pero seguí adelante. Tenía que verlo. Tenía que saber si aún estaba allí, en algún lugar en el fondo de toda esta pena que atravesábamos.

Cuando llegué al frente de su edificio las piernas por poco me fallaron, parecía que habían transcurrido años desde la última vez que estuve allí. En su puerta me demoré un momento antes de tocar ¿Qué haría si no estaba? ¿Qué haría si no quería verme? ¿Y si se había ido?

TERCER ENCUENTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora