POSESIÓN

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—Estás ebria ¿Por qué viniste así?—inquirió estirando su mano para tomar la botella

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—Estás ebria ¿Por qué viniste así?—inquirió estirando su mano para tomar la botella. Me fijé por un segundo en su camisa blanca arremangada y pantalón de traje oscuro, olía tan delicioso que cerré mis ojos e inspiré.

—No lo estaba tanto cuando conduje te lo juro... realmente estoy ebria de deseos por ti.—dije en cuanto me la arrebató.—Me masturbé con ella pero no sentí nada...-confesé señalando la botella.

El azul de sus ojos brilló con una mezcla de humor y deseo, su rostro se inclinó hacia mí, suficientemente cerca para que pudiera sentir su aliento en mi piel.

—¿No sentiste nada?—repitió erizando mi piel. Su tono de voz era un reto.

—Nada—afirmé en voz baja—No quiero masturbarme, te quiero a ti dándome el placer que solo tu puedes.

Se acercó aún más y acarició mis labios con la punta de su lengua, tiró suavemente de mi cabello dejando al descubierto mi cuello y se hundió en el, acarició mi clavícula con la punta de su nariz y sentí mis senos endurecidos y pesados como piedras ante tanto deseo. Busqué su boca y la tomé, lo besé desesperada por ser devorada por él, su calma me llenaba de ansía.

—¿Confías en mí?—preguntó con sus labios tan cerca de mi oído que su aliento tibio me acarició. Asentí buscando sus ojos.—Háblame, April.

—Si, confío en ti...—respondí jadeante.

Se inclinó y acarició mi espalda, pude sentir su calor sedoso irradiando contra mi cuerpo.

—Dame el control total de tu cuerpo, nena. Déjame poseer cada centímetro de ti y convertirlo en mi reino.—deslizó sus dedos por mis cabellos, su mirada intensa me atrapó.—¿Puedes hacerlo?

—No debe pedir lo que ya le pertenece, señor Montes de Occa...Mi cuerpo es tuyo, has lo que desees con el.—mi cuerpo, mi alma y corazón. Toda yo, pertenecía a él.

Él me sonrió, su mirada llena de confianza. Sus dedos comenzaron a acariciar mi piel sobre la tela de la pijama lentamente. Posó sus labios sobre mis hombros y bajó hasta morder ligeramente mi pezón haciéndome estremecer.—Esto... ya es mío.—dijo mientras su lengua hizo contornos sobre la tela.—Y esta noche... haré que me pertenezca completamente.—tomó mi mano y me guío a su habitación, me sentí tambalear pero no estuve segura si era por el vino o porque el deseo ya era incontenible en mi cuerpo.

—Hay una sola regla, April...—explicó dejándome al pie de la cama, mientras él se dirigía a la cómoda. Mordí mi labio inferior sin entender a que se refería. Volvió a acercarse a mi dejando en la cama un par de cosas, luego su mano se cerró alrededor de mi garganta, apretando suavemente mientras sus labios se movían rápidamente contra los míos. Sus dedos recorrieron mis hombros comenzando a desprenderme de la pijama, despertando todos mis sentidos, haciéndome añorar más.—No te vas a correr hasta que yo diga.—susurró entre jadeos. Me arqueé hacia él, implorando con mis ojos que se diera cuenta de lo loca que estaba por él.

TERCER ENCUENTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora