PRIMER ENCUENTRO

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Mi pulso se detuvo al instante y cuando volvió a andar su manera de hacerlo era totalmente errática, mi garganta se secó y mi piel se erizó al punto de incomodarme la ropa

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Mi pulso se detuvo al instante y cuando volvió a andar su manera de hacerlo era totalmente errática, mi garganta se secó y mi piel se erizó al punto de incomodarme la ropa. Todos los sonidos a mi alrededor se anularon y la sangre hirvió en mi interior.

April estaba allí.

De pie justo en la entrada, mientras la mujer le daba algunas indicaciones de donde se encontraba su asiento, gesticulando con la mano. Ella estaba impactantemente hermosa.

Llevaba un vestido largo color vino, con un escote pronunciado en la espalda, su figura estaba totalmente definida por el vestido, en definitiva estaba hecho para ella. Su cabello colgaba en una cola de caballo con ondas y un bolso de mano en la izquierda color negro.

Tragué fuerte y parpadee un par de veces antes de volver a ver hacía cualquier otro lado en donde evidentemente todos los hombres miraban a la diosa que tenía lugar en la entrada. Todo parecía transcurrir muy lento y yo no podía dejar de mirarla ¿Qué hacía allí? ¿Con quién había asistido? ¿Estaría con el mismo tipo de la otra noche?

Mil interrogantes me asediaban y era presa de la ansiedad ¿Qué carajos me pasaba? Tomé la copa y vertí en mi garganta de un solo trago todo el contenido de ella en un intento de calmar mis evidentes nervios.

Volví a mirarla mientras caminaba hacía su lugar, se veía tan segura y dueña de si misma que por un momento quede hipnotizado y contemplaba cada movimiento, cada gesto, cada paso que daba, queriendo que sintiera en algún punto mi mirada y viniese hacía mí. Quería despojarla de ese vestido y de todas y cada una de sus inseguridades. Quería poseerla y no solo en la cama. Debía salir de allí.

En el fondo sabía que lo mejor era irme de ese lugar e intentar que ella ni siquiera supiera que yo estaba allí. Pero... ¿Por qué? ¿Qué estaba pasando conmigo? Ella no era más que uno de mis tantos revolcones por sucio que pareciese, no podía, no debía pasar de ello. Ella no era quien para hacerme sentir así, no debía tener tal poder sobre mí. Claramente era muy hermosa e interesante y en otras circunstancias me habría encantado llevarla a tomar un café y escucharla hablar durante horas, conocerla, saber cada detalle sobre ella pero no iba a engañarme eso no era posible y lo mejor era solo continuar con mi vida como hasta ahora.

La observé un tanto más hasta que se sentó en una mesa al otro extremo de donde yo me encontraba y aparentemente estaba sola. Me obligué a mirar hacia otro lado para evitar parecer un psicópata acosador pero por más que intenté mantener la calma ya nada era igual con su presencia en el lugar.

Me levanté para ir al baño y llamar a Eugene. Estaba totalmente incómodo con ella en ese sitio y no postergaría más mi estadía allí. Me disculpé con los presentes en la mesa y me encaminé al baño mientras rebuscaba mi teléfono en el bolsillo dentro del saco. April ya había tomado asiento y mantenía una conversación con alguien que estaba sentado a su lado. Era un chica rubia y que por la distancia no lograba ni quería distinguir muy bien.

—¿Ethan?—inquirió dudosa una voz de mujer a mis espaldas.

Y me giré sobre mis talones para ver venir con los brazos abiertos a Montserrat. Una de mis antiguas conquistas a quien no esperaba por ningún motivo encontrarme en este lugar. Está noche cada vez se complicaba más para mi.

—Montserrat, qué gusto saludarte.—mentí intentando escabullir su abrazo y terminar de largarme de ese lugar.

—¡Que agradable coincidencia!—exclamó en voz alta. Me giré un poco para cerciorarme de que April siguiera en el mismo lugar.

—¿Cuánto tiempo sin saber de ti? ¿Cómo van las cosas para el gran señor Montes de Occa?—me preguntó exigiendo mi atención.

—Si, ha pasado algún tiempo, Montserrat pero justo ahora estaba por irme.—fuí directo y cortante porque ya no soportaba estar allí.

—¡Que aguafiestas eres, Ethan!—se quejó mientras posaba una de sus manos en la cintura y hasta ese momento no me había fijado en el vestido azul que llevaba, su piel morena destellaba y su cabello lacio caía por sus hombros. Tenía unos hermosos ojos verdes en los cuales me gustaba mirarme cuando teníamos sexo. Ya de eso hacía mucho.

—Lo siento, no es un buen momento.—me miró inquisidora pero me dejó seguir cuando di media vuelta y me dispuse a llegar al baño. April sonreía de una forma hermosa y gentil y desee tanto que esa sonrisa fuera dedicada a mi que mi pasó fue bajando la rapidez hasta quedarme casi arrastrando mis pies, entonces hizo presencia detrás de ella tapando sus ojos un tipo rubio de más o menos mi estatura y vestido para la ocasión ¿Quién demonios era él?.

Ella quitó sus manos y al verlo su mirada brillo, se levantó para darle un maldito abrazo de oso que hizo que mi sangre hirviera, me detuve en seco cuando ví las manos del imbécil posarse en su cintura y elevarla del suelo en un abrazo, ella se carcajeo y todo aquello hizo que mis bilis revolucionarán dentro de mi. ¡Maldita sea! Me estaba muriendo de los celos.

Cambié de rumbo totalmente y salí del lugar. Al estar en las afueras sentí como mis pulmones se llenaban de aire y entendí que había dejado de respirar en cuanto la ví en brazos de ese tipo. Mi pulso estaba disparado y mi ira me hacía querer matar a alguien, saqué mi celular del saco que ya me había quitado y marqué un número, el teléfono repicó una sola vez y en seguida escuché al otro lado.

—Señor.

—¡Eugene, necesito que me saques de aquí ahora!—dije con la cólera desbordándose en mis palabras.

TERCER ENCUENTRODonde viven las historias. Descúbrelo ahora