Capítulo 18

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Sam Uley llevaba unas semanas perdido entre la espesura del bosque. En ese tiempo tratando de volver a ser humano, y en otro tratar de controlar su temperamento. Gracias a la intensa busqueda del consejo de su tribu, el senior Quil Ateara lo había encontrado y empezado a explicar que todas las leyendas de la tribu tenían cierta verdad. Le costó entender que era un Alfa, el primero en despertar de esta nueva generación. Debía proteger al pueblo y a la tribu de los fríos, vampiros o bebedores de la sangre humana. Tuvo la dicha de conocer a un Aquelarre de vampiros bebedores de sangre animal, pero aún así su instinto decían que no eran de confiar.

Le habían explicado también que los protectores quileutes, aquellos que podían despertar a su lobo para proteger a los suyos; también podía encontrar a su huella, o alma gemela, compañera. En este caso, con la única que podría engendrar a la próxima generación de protectores.

Sam se sintió desdichado que su mirada no conectara con su prometida Leah, Leah Clearwater, hija mayor de uno de los integrantes del concejo de la tribu. Harry Clearwater supo comprender que el amor de esa pareja no estaba destinado, sus ancestros tenían otros planes para su yerno. La costumbre se hizo obligación, con la vergüenza y culpabilidad rompió la propuesta de matrimonio con Leah, y las miles de maldiciones le llegaron como punzadas horribles a su corazón. Ella había sido su primera novia y hasta hace unas semanas pensaba hacerla su mujer, su compañera para toda la vida.

Sin embargo, sus planes como protector quileute y ese sueño, no tenían conexión alguna. Peor fue cortar la relación con Leah justo despues de haber estado desaparecido una semana después de la fecha acordada para el casamiento. Había dejado a su primera novia sola en el altar. Lo peor que le hubiera podido hacer a una mujer tan bella como ella, era un desgraciado y se merecía cada palabra malsonante hacia su persona. Lo aceptó y se alejó de los Clearwater, era incómodo el chisme del rompimiento y las burlas, se abstenía bastante para no explotar y convertirse en un lobo gigante. Dañar a alguien no estaba entre sus planes.

Los meses fueron pasando, su día a día se iba acoplando a una vida llevadera. Proteger y velar la Reserva Quileute por las noche y madrugadas, guiar a los siguientes que despertaban en gen, dividir tareas. Convivir en la tribu, y tratar de no coincidir con Leah. Su vida se volvió una locura en cuánto la prima de su ex-novia se pegó a él como lapa como si quisiera aprovechar su soltería, pero como el lider gruñon que era y de mal temperamento, la rechazó tan horrible que un día la atacó sin querer.

Desde entonces, Emily Young tenía miedo del bosque y de Sam Uley, aunque pareciera que por ciertas fechas, como una loca mujer se le insinuara. Sam con remordimiento rehuia a todos, se suponía que debía proteger a las personas y no lastimarlas. El concejo siempre le recomendó que tratara de calmarse estando cerca de aquellos momentos, pero era demasiado difícil cuando esa mujer solo se sentaba y se tomaba confianzas que no eran dignas de una mujer, tan obscena y caradura esa mujer, además de que parecía hacerlo con propositos malignos ya que siempre que lo hacía era para sonreír con felicidad tras la amargura y lagrimas de Leah Clearwater.

Su vida sin duda, era todo caos. Drama y angustia.

Sin embargo, esa noche... A finales de ese 2004... Su mundo había dado un giro completo, el aroma a vampiro había encendido su instinto de protección y buscó con ansias exterminar al peligro, pero en cuánto se acercó al enemigo se quedó tieso. El aroma se mezclaba con un delicioso y exquisito aroma de cerezas, piña y pino. Tan irresistibles, era como un fuego emergiendo con ansiedad por acercarse y siempre tener su cabeza metida en ese lugar. Su cuerpo no funcionó correctamente cuando cayó en cuenta que el aroma a vampiro y ese aroma que anhelaba obtener, se mezclaban haciendo un solo aroma.

Un vampiro. Corrección. Una fría había salido del camping, acompañada de dos humanas. Humanas que estaban intactas y dormidas con tanta tranquilidad con la compañía de la fría. Se mostro impotente, con grandeza y que no le doblegaría, pero quedó absorto y confundido al ver la sumisión en su enemigo.

Una Impronta diferenteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora